sábado, 6 de julio de 2013

sobre los libros iniciáticos de Juan Eduardo Cirlot



Creo que En la llama es un libro iniciático. Una especie de diario lleno de símbolos. He tardado más de dos meses en leerlo porque tenía la sensación de que muchos de los poemas contenían una lectura mucho más profunda. Como si Cirlot hubiese escondido en ellos fórmulas ocultas, mensajes en clave. Me obsesioné con las referencias alquímicas y cabalísticas que encontraba en sus poemas, con sus oraciones a los santos y a los ángeles, con los dioses egipcios y sumerios que llenaban las páginas. ¿Quién escribía sobre las ciudades perdidas de Sumer en medio de la oscuridad de la posguerra franquista, en una Barcelona hambrienta y caníbal? ¿Quién fue Juan Eduardo Cirlot? En las escasas cartas personales que se recogen en el volumen, Cirlot cuenta que ha vendido sus libros de magia y alquimia. Y da un listado: Hypnerotomachia Poliphili, de Collonna; Imprese ilustri, de Camili, Hieroglyphica, de Piero Valeriani; Symbolicarum cuestionum de Universo Genre, de Bocchius; Transformationi, de Dolce. Los había vendido uno por uno. Para comprar espadas. Cirlot coleccionaba espadas antiguas que colgaba en el salón de su casa. 



En esas cartas también habla de su obsesión con el barrio de Vallcarca, en la parte alta de Barcelona, por el que deambulaba frecuentemente. Como si intentase descubrir un punto psicogeográfico clave. Como si hubiese lugares especialmente sensibles a las grietas que se abren entre unas realidades y otras. Andando de un lado para otro sin rumbo fijo, Cirlot susurraba oraciones en voz baja, invocaba a los que duermen con los ojos abiertos debajo de la tierra. Me obsesioné de tal forma que llegué a pensar que estaba inventado a un Cirlot que nunca había existido. Que las referencias a la cábala o a los textos herméticos medievales se debían a mi propio interés en esos temas, pero que no estaban realmente en los poemas. Hasta que alguien puso en mis manos de nuevo el libro Alquimia y mística publicado por la editorial Taschen. Un libro que me había pertenecido hasta que lo regalé. Abrí una de las páginas al azar y allí estaba el mismo grabado que aparecía en el poemario de Cirlot: una ilustración de Nicholaus Simonis fechada en 1510, del libro Ludus artificialis oblivionis. 



La pregunta de quién era Juan Eduardo Cirlot se hizo entonces más acuciante. No hay muchos datos sobre él. Solo que trabajó en un banco. Que además de poeta era crítico de arte y músico. Que conoció a los surrealistas. Que murió a los 57 años. Solo datos inconexos, que en realidad no significan nada. Y lo demás son todo interrogantes. Claves iniciáticas que solo pueden ser desveladas a partir de sus poemas. "He ardido en tantas hogueras", escribió Cirlot en 1966, "me han atormentado tanto que jamás sabré si quiera lo que pude ser. Pero nadie ha podido torturarme tanto que me haga declarar que soy como ellos. Siempre supe que no era de este mundo". 

4 comentarios:

  1. Esa Barcelona..., Layla,... como esta España, como este mundo entero que tenemos en el que los "poetas" adscritos a editoriales "independientes" con un falso buenrollismo social, rechazan todo lo que te has encontrado en Cirlot. Lo que no se entiende, lo que no sirve de inmediato, lo que no tiene "crítica social", queda fuera de los circuitos festivaleros y concursiles.Hoy estamos anclados en el espectáculo, en el Star-system.
    Sigue leyendo su obra,busca, por suerte tenemos la red en donde ya hoy en día se pueden encontrar bastantes cosas sobre él. Me permito recomendarte un poema, sólo un largo poema, Bronwyn permutaciones, léelo en alta voz a solas y por la noche, y ahora que hace calor con la ventana abierta, o en un jardín, cerca de los árboles, entre las hierbas, bajo el campo de las nubes...

    Salud

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Creo que el comentario anónimo anterior acierta en el diagnóstico. Durante mucho tiempo, los escritores que no estaban adscritos a muy determinados grupos han sido lanzados al olvido. A veces no entiendo como Joan Perucho consiguió evitar esta sombra que proyectaban, entre otros, el ridículo grupo de la "gauche divine". Es posible que esto suceda en todo el mundo, pero me parece que Barcelona ha sido un punto especialmente negro. Luego está el asunto del idioma, ya que a pesar del franquismo las élites barcelonsas consiguieron imponer a los que escribían en catalán, y obviar la otra lengua.
    Actualmente, creo que a través de la red se puede ir redescubriendo a Cirlot. En todo caso, tu texto puede contribuir a despertar el interés y la memoria, y en eso nos debemos concentrar.
    [Sobre la foto: sin duda hay una clave en las siete espadas mirando al cielo].

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  4. A partir de la idea de los que duermen con los ojos abiertos bajo tierra conseguí terminar un post:
    http://mildimonis.blogspot.com.es/2013/07/el-santet-adormit-amb-els-ulls-oberts.html?showComment=1373326849983#c7736323184707444323

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