martes, 12 de abril de 2011

MUTACIONES

Bebimos antibióticos
ajenos a la mutación
del asfalto
en las autopistas.

Las ciudades
están hechas de cemento
como los coches o
las playas.

Nada flota
en un charco de gasolina.

Todo se hunde.

14 comentarios:

  1. Coge mucho aire antes de bajar al fondo.
    Después impúlsate con fuerza desde el fondo.

    Veremos qué ocurre!

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  2. a veces la ciudad se hace pesada...y nuestros párpados, también se vuelven cemento...

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  3. joder, no sé como lo haces, pero me transmites cosas increíbles...

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  4. Con los píes llenos de cemento y lanzados al mar/río. Como la mafia con los chivatos, sólo que ya es generalizado.
    No se salva
    nadie.

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  5. Todo se hunde, es asío. El cemento se resquebraja, las columnas se agrietan, los techos se desmoronan y todo se hunde

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  6. En realidad solo nos hundimos nosotros...

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  7. Charco de gasolina.


    Claro, Layla. Siempre tienes esa desquiciante razón.

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  8. Curioso, existirá la telepatía poética?
    yo últimamente estoy obsesionado con el asfalto el alquitrán, el cemento, el hormigón, etc los veo por todas partes
    un beso.

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  9. Hacia Munch.

    La electricidad te hace llorar lágrimas
    eléctricas.
    La luna no puede perdonarte
    brilla en el sueño
    como una herida abierta
    la luna
    la luna del sueño
    se
    vierte
    vierte sobre tu cuello
    tu cuello largo
    tu cuello
    largo como expirar
    sepultado de alquitrán
    hasta la mejilla del cielo.
    Y en la mirada
    en tierra
    los ojos
    los ojos rotos
    los ojos rotos de occidente iluminan
    la superficie nocturna
    de ese ajado cuero limón,
    piel pusilánime por que derrama
    como la promesa de una fuente
    que no puede cesar lamentándose
    litros rojos de fiebre espesa,
    cascada enorme de litros
    encarnados, litros escarlata
    en precipitación
    sin cesar
    litros rojos fluyentes como un manantial
    de catástrofe,
    empapando a su paso bermejo el manto de paño
    que la vieja depositó entonces,
    sobre la llanura yerma de las eras, aquel
    cedazo oleoso añil, de brillantes luces cobre.
    Y en la batalla
    dos legiones de hombres libres
    no cesan en combate
    a bayoneta
    sobre las dunas moradas
    de tu boca
    alborotando olas
    de polvo almizclado,
    palabras largas sin vocales
    atraviesan los tímpanos,
    esporas con garfios de porcelana
    recogen a los vencidos,
    tu espíritu huele a estiercol.
    Y en la colina
    sopla poniente
    espigas doradas contra tu pecho,
    sobre el paisaje vitral
    marrón-violáceo
    de un mar de carne fría,
    mar retorcido y salvaje
    por alcanzar el horizonte,
    mientras lejana
    en el rumor ocre de la marea plástica
    crece una pieza musical,
    venciendo la línea vertical de espuma
    elástica
    entre las ramas de la voz femenina,
    un coro de voces tenores reclama,
    -¡Sumérgete, vida mía...!

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  10. Lo que te digo: esto es Madrid.

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  11. hay que prenderle fuego a la gasolina

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