Curioso, existirá la telepatía poética? yo últimamente estoy obsesionado con el asfalto el alquitrán, el cemento, el hormigón, etc los veo por todas partes un beso.
La electricidad te hace llorar lágrimas eléctricas. La luna no puede perdonarte brilla en el sueño como una herida abierta la luna la luna del sueño se vierte vierte sobre tu cuello tu cuello largo tu cuello largo como expirar sepultado de alquitrán hasta la mejilla del cielo. Y en la mirada en tierra los ojos los ojos rotos los ojos rotos de occidente iluminan la superficie nocturna de ese ajado cuero limón, piel pusilánime por que derrama como la promesa de una fuente que no puede cesar lamentándose litros rojos de fiebre espesa, cascada enorme de litros encarnados, litros escarlata en precipitación sin cesar litros rojos fluyentes como un manantial de catástrofe, empapando a su paso bermejo el manto de paño que la vieja depositó entonces, sobre la llanura yerma de las eras, aquel cedazo oleoso añil, de brillantes luces cobre. Y en la batalla dos legiones de hombres libres no cesan en combate a bayoneta sobre las dunas moradas de tu boca alborotando olas de polvo almizclado, palabras largas sin vocales atraviesan los tímpanos, esporas con garfios de porcelana recogen a los vencidos, tu espíritu huele a estiercol. Y en la colina sopla poniente espigas doradas contra tu pecho, sobre el paisaje vitral marrón-violáceo de un mar de carne fría, mar retorcido y salvaje por alcanzar el horizonte, mientras lejana en el rumor ocre de la marea plástica crece una pieza musical, venciendo la línea vertical de espuma elástica entre las ramas de la voz femenina, un coro de voces tenores reclama, -¡Sumérgete, vida mía...!
Coge mucho aire antes de bajar al fondo.
ResponderEliminarDespués impúlsate con fuerza desde el fondo.
Veremos qué ocurre!
a veces la ciudad se hace pesada...y nuestros párpados, también se vuelven cemento...
ResponderEliminarjoder, no sé como lo haces, pero me transmites cosas increíbles...
ResponderEliminarCon los píes llenos de cemento y lanzados al mar/río. Como la mafia con los chivatos, sólo que ya es generalizado.
ResponderEliminarNo se salva
nadie.
la quietud se ahoga
ResponderEliminarnadie mira
Todo se hunde, es asío. El cemento se resquebraja, las columnas se agrietan, los techos se desmoronan y todo se hunde
ResponderEliminarEn realidad solo nos hundimos nosotros...
ResponderEliminarTerror cosmopolita, kshxghgxgx.
ResponderEliminarCharco de gasolina.
ResponderEliminarClaro, Layla. Siempre tienes esa desquiciante razón.
La mierda siempre flota... dicen!
ResponderEliminarCurioso, existirá la telepatía poética?
ResponderEliminaryo últimamente estoy obsesionado con el asfalto el alquitrán, el cemento, el hormigón, etc los veo por todas partes
un beso.
Hacia Munch.
ResponderEliminarLa electricidad te hace llorar lágrimas
eléctricas.
La luna no puede perdonarte
brilla en el sueño
como una herida abierta
la luna
la luna del sueño
se
vierte
vierte sobre tu cuello
tu cuello largo
tu cuello
largo como expirar
sepultado de alquitrán
hasta la mejilla del cielo.
Y en la mirada
en tierra
los ojos
los ojos rotos
los ojos rotos de occidente iluminan
la superficie nocturna
de ese ajado cuero limón,
piel pusilánime por que derrama
como la promesa de una fuente
que no puede cesar lamentándose
litros rojos de fiebre espesa,
cascada enorme de litros
encarnados, litros escarlata
en precipitación
sin cesar
litros rojos fluyentes como un manantial
de catástrofe,
empapando a su paso bermejo el manto de paño
que la vieja depositó entonces,
sobre la llanura yerma de las eras, aquel
cedazo oleoso añil, de brillantes luces cobre.
Y en la batalla
dos legiones de hombres libres
no cesan en combate
a bayoneta
sobre las dunas moradas
de tu boca
alborotando olas
de polvo almizclado,
palabras largas sin vocales
atraviesan los tímpanos,
esporas con garfios de porcelana
recogen a los vencidos,
tu espíritu huele a estiercol.
Y en la colina
sopla poniente
espigas doradas contra tu pecho,
sobre el paisaje vitral
marrón-violáceo
de un mar de carne fría,
mar retorcido y salvaje
por alcanzar el horizonte,
mientras lejana
en el rumor ocre de la marea plástica
crece una pieza musical,
venciendo la línea vertical de espuma
elástica
entre las ramas de la voz femenina,
un coro de voces tenores reclama,
-¡Sumérgete, vida mía...!
Lo que te digo: esto es Madrid.
ResponderEliminarhay que prenderle fuego a la gasolina
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