miércoles, 17 de septiembre de 2014

Del cuerpo y la obra de Georges Palante





Después de una existencia miserable, Georges Palante decidía quitarse la vida el día 5 de agosto de 1925. Había vivido exactamente sesenta y tres años, tres meses y quince días. A partir de entonces, su obra caería también el más miserable de los olvidos. Como si la vida y la obra no pudieran ser más que un espejo la una de la otra.

Con el cuerpo terriblemente deformado por una enfermedad endocrina que le hacía crecer las extremidades y le daba un aspecto monstruoso, Palante había acumulado fracaso tras fracaso. Durante años, había intentado impartir clases en la Sorbona, pero tuvo que conformarse con ser profesor en distintos institutos de la Bretaña francesa. En la universidad no había sitio para su pensamiento extraño y desestabilizador. Lúcido intérprete de Nietzsche y de Stirner, Palante era sobre todo un individualista. Sin embargo, su individualismo estaba muy alejado del liberalismo. No se trataba de sentar las bases ideológicas de la explotación, sino de construir una afirmación radical de la libertad individual, que no puede ser constreñida por ninguna otra instancia: "La sociedad -escribió - es tan tiránica como el Estado, si no más. Esto es porque entre la coerción estatal y la coerción social no hay más que una diferencia de grado".


Muchos de los textos de Palante fueron escritos en los lóbregos burdeles en los que trabajaba su mujer, que se encargaba de cuidarlos y adecentarlos después de haber dejado la prostitución. En esas mismas habitaciones preparaba sus clases para el liceo, para las que cada vez necesitaba beber más. Alcohólico, jugador empedernido de póquer y cazador torpe y miope, el pensamiento individualista y aristócrata de Palante acabó derivando en una intensa misantropía que le llevó a una marginalidad cada vez más acusada. En los últimos años ni siquiera salía de casa. Demasiado dolor. Como si el cuerpo fuese una extensión de la obra. Como si el cuerpo no pudiese ser otra cosa distinta de la obra. 


[Uno de los textos de Georges Palante, "El espíritu corporativo" ha sido reeditado ahora como libelo por Piedra Papel Libros. Gracias a ese texto conocí su historia. Para profundizar en su pensamiento, muy recomendable el libro d Michael Onfray "Fisiología de Georges Palante, publicado por Errata Naturae]

1 comentario:

  1. Poco a poco se va conociendo (y reconociendo su obra).
    El ensayo de Onfray es una maravilla: estimulante, divertido y no exento de profundidad.
    Y esa maldita acromegalia...

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