viernes, 2 de mayo de 2014

Las sombras que crecieron en el cerebro de Robert Walser

[Cadáver de Robert Walser instantes después 
de ser encontrado, 1956]


Cuando fue encontrado el cadáver de Robert Walser, la nieve casi había cubierto su rostro. Tenía los ojos abiertos y conservaba esa mirada de confusión y temor que había tenido desde siempre, pero que se había incrementado en los últimos años. Las sombras de su rostro crecían al mismo tiempo que las que se extendían por el interior de su cerebro. El cadáver se encontraba a unos kilómetros de la clínica psiquiátrica de Herisau, donde había sido encerrado contra su voluntad en 1933. Allí Walser abandonaría para siempre la escritura. Escribir se había convertido en una actividad dolorosa y atormentada. Las sombras crecían y crecían.

Los nueve años anteriores a su reclusión en un centro psiquiátrico, Walser los había pasado escribiendo lo que después se conocería como microgramas. Los microgramas eran pequeños textos en prosa escritos con una caligrafía diminuta y torturada, llenos de anotaciones confusas que los hacían casi indescifrables. La mayoría eran relatos cortos escritos en primera persona por alguien que intuía que se estaba asomando a un abismo oscuro y terrible. El relato que estoy leyendo es uno de los más delicados e inquietantes. Walser lo escribió a lápiz en el reverso de las hojas de un calendario de 1926, apretando aquella caligrafía inquietante y extraña para que pudiese entrar todo el relato. Curiosamente, el relato habla del vacío. 


[Uno de los microgramas de Walser, de 1926]


Puedo ver a Walser esrcribiendo de forma frenética en una habitación oscura de Berna, llenando de relatos cualquier trozo de papel que cayese en sus manos. Puedo ver la angustia de saber que el papel se acaba pero las sombras crecen, que es necesario escribirlo todo antes de que las voces griten tanto que no pueda oír ningún otro sonido. Puedo verle torturando los folios, llenándolos de un vacío que acabaría por devorarle. Puedo verle tendido en la nieve. Esperando. 

9 comentarios:

  1. A veces nos vemos en otros, menos de lo que deberíamos, eso pasa casi siempre.
    Me gusta mucho tu espacio.
    Un saludo

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  2. "Olvidé con rapidez que arriba en mi cuarto había estado hacía un momento incubando, sombrío, sobre una hoja de papel en blanco." (El paseo, Robert Walser)

    te leo siempre silenciosa, pero la fascinación que sentí por Walser desde que lo descubrí hace algunos años me ha impulsado hoy a comentar y a recomendarte emocionada, si no lo has leído ya, ese librito joya que Sebald escribió en su recuerdo: "El paseante solitario".

    un saludo

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  3. Justo por estos días he emprendido a lectura de Jakob von Gunten, un imprescindible al que he llagao gracias a una fabulosa exposición que tenemos en Barcelona, de la cual te mando un enlace, a partir del cual y siguiendo los enlaces vas a encontrar mucha inspiración (o eso espero):
    www.cccb.org/ca/exposicio-metamorfosis-45068

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  4. Por momentos locura y genialidad pueden confundirse como sinónimos...

    Saludos

    J.

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  5. Precioso homenaje.
    Saludos, Layla.

    Arancha

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  6. Luis Miguel Tubilla Martinez7 de mayo de 2014, 3:03

    Robert Walser
    Un hombre que no experimento la Meditacion...el descanso de la mente.

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