sábado, 5 de abril de 2014

Seguir el rastro de un asesino





"Estamos todos condenados. Lo importante es salir dando un gran portazo, lo suficientemente fuerte como para que el estruendo quede grabado en la memoria de la Humanidad"
 Boris Savinkov


Continúo buscando el rastro de Savinkov. A medida que avanzo en su vida, la pista se hace cada vez más dificil de seguir. Como si Savinkov se fuese sumergiendo cada vez más en las tinieblas. Como si él mismo se estuviese conviertiendo en un personaje cada vez más oscuro. El Savinkov de "El caballo amarillo" es un revolucionario convencido, un asesino implaclabe, un terrorista que cree profundamente en la necesidad de la violencia. Pero es también alguien con un gran sentido del humor, una carisma enorme y una inteligencia brillante. Alguien que duda de sus acciones, que piensa en las posibles víctimas, que se pregunta por la validez de sus convicciones. Un hombre enamorado de una mujer que no tendrá jamás pero a la que continúa regalando flores.

Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, Savinkov se vuelve mucho más oscuro. En "El caballo negro", el diario que recoge la última parte de su vida, no hay apenas rastro del humor ni del carisma de Savinkov. Solo queda el asesino, el estratega, el militar. Savinkov ni siquiera es ya un revolucionario. Entre un libro y otro ha tenido lugar la Revolución de Octubre y ha podido comprobar lo que ya sabía, que el poder tiene el mismo rostro en todas partes. Su vida será una lucha desesperada contra toda forma de poder, primero contra el zarismo y después contra el comunismo. En medio de la guerra civil que asola Rusia, Savinkov no tiene bando. La milicia que lidera se opone a los bolcheviques, pero también a los terratenientes. No hay alianzas posibles. Está rodeado de enemigos.

A medida que avanza, el libro se va volviendo cada vez más confuso. Savinkov balbucea. Sabe que no va a vivir mucho tiempo, pero va a vender cara su muerte. La última parte es la más extraña. Escrita en la prisión de la Lubianka, Savinkov decide abandonar el formato de diario y escribir un relato. Deja la primera persona y el tono autobiográfico. Ya no es él. Savinkov se sumerge en las sombras.

[Fani Kaplán]

A partir de ahí, el único rastro que queda es lo que otros han dicho o escrito sobre él, lo que sabemos por otras personas. Navegando por la red, vuelvo a encontrar el hilo. Se vuelven a ajustar los mecanismos que permiten las sincronicidades. El 30 de agosto de 1918, Lenin acababa de pronunciar un discurso en una fabrica de armamento de Moscú. A la salida, una mujer llamada Fani Kaplán le dispara tres balas. Una le atraviesa el abrigo, la segunda le impacta en el hombro y la tercera le perfora el pulmón izquierdo. La pistola que utiliza Kaplán pertenece a Boris Savinkov.

Sigo tirando del hilo y encuentro lo que otros han dicho sobre él. A veces simplemente frases sueltas, pero las suficientes para continuar la búsqueda. Apollinaire le llamaba "nuestro amigo el asesino". Anna Ajmátova dijo que era "extrañamente tierno y bello". Somerset Maugham que era "el hombre más extraordinario que jamás he conocido". Lenin que era "un burgués con una bomba en el bolsillo". Quizá fue todas esas cosas. Quizá ninguna de ellas.

1 comentario:

  1. Nada como buscar información en los archivos y sentir que quien al parecer ya no está allí se encuentra, en realidad, a nuestra espalda. Pero allí no hay nadie, sin embargo...

    Saludos

    J.

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