viernes, 21 de febrero de 2014

Las historia de Geronimo Caserio, que vengó la muerte de Émile Henry; quien a su vez había vengado la de August Vaillant; quien había vengado la de Ravachol; quien había vengado la de catorce obreros en una manifestación.

[Ejecución de August Vaillant]


El primero de mayo de 1891 una multitudinaria manifestación recorrió Fourmies, un pueblo minero del norte de Francia. La patronal había estado utilizando a sus pistoleros para disparar a los huelguistas y los ánimos estaban caldeados. No sería la primera ni la última vez que se levantasen los adoquines de las calles  para ser lanzados contra escaparates, edificios y furgones policiales, pero aquel día la rabia vibraba en el ambiente con especial intensidad. Los guardianes del orden supieron percibirlo, y comenzaron a hacer funcionar los mecanismos de La Máquina, de La Reluciente Apisonadora. Los disparos de la policía causaron catorce muertos.


[Ravachol]


François Claudius Koënigstein observa las muertes y sienten también esa vibración leve pero sostenida que produce la rabia. Encuentra el hilo y tira. Todavía no sabe que será conocido como Ravachol, que se escribirán canciones sobre sus hazañas, que se convertirá en un mito. Tres atentados, todos con dinamita. Uno contra un juez, otro contra un procurador y otro contra una comisaría. No se produce ninguna muerte, pero a pesar de ello Ravachol es condenado y ejecutado en la guillotina. Su cabeza rueda, pero Ravachol ha conseguido cumplir su cometido: la primera venganza se ha consumado.

[August Vaillant]

August Vaillant ve rodar la cabeza de Ravachol sobre la tarima de madera. Ve también el hilo y decide tirar de nuevo. Los mecanismos de La Reluciente Apisonadora siguen su marcha, pero qué importa mientras la dinamita siga explotando, mientras los revólveres sigan escupiendo plomo. Vaillant coloca una bomba en la Cámara de Diputados, en París. Más de ciencuenta heridos, de nuevo ninguna muerte. A pesar de ello, también es condenado a muerte y ejecutado en la guillotina. Otra cabeza rueda sobre la tarima, pero Vaillant también ha cumplido su cometido vengando la muerte de Ravachol. Las segunda venganza se ha consumado.


[Émile Henry]


Émile Henry conoce las dos ejecuciones, las ha leído en la prensa, pero la de Vaillant le ha dolido especialmente. Él también puede ver el hilo, sentir la leve inclinación del suelo que producen las sacudidas de la rabia, percibir los engranajes. Coloca una bomba delante de la sede de la principal empresa minera de Fourmies, aunque el artefacto acabará estallando en una comisaría de policía, cuando alguien sospeche del paquete y lo lleve allí . Esta vez sí habrá muertes: cinco personas fallecen como consecuencia directa de la explosión y una por un ataque al corazón. Henry abandona el lugar a toda prisa, pero un oficial de policía le persigue. Sin pensárselo dos veces, abre fuego sobre el policía, que es herido de gravedad. Henry consigue escapar. Las cuentas se han igualado, pero el hilo sigue estando en sus manos, la venganza no se ha completado. Un año más tarde, atenta en el lujoso Café Terminus, uno de esos sitios que los ricos utilizan para no tener que acercarse a los pobres. Un muerto y veinte heridos. Esta vez el plomo no sirve, y Henry es detenido en aquel mismo lugar. Es condenado a muerte, pero ha conseguido igualar la cuenta, vengar la muerte de Vaillant, poner el contador a cero. La tercera venganza se ha consumado.



[Sante Geronimo Caserio]


Sante Geronimo Caserio es italiano, pero vive en Lyon. Tiene muchas muertes en las retinas, y acaba de encontrar el hilo que las une a todas. Cuando se entera de que el Presidente de la República va a asistir a un banquete a finales de junio de aquel año, 1894, decide prepararlo todo. El día señalado acude al lugar donde se va a celebrar el banquete y espera en la puerta. Hay mucha gente, así que no es difícil pasar desapercibido. Cuando se abre la puerta del carruaje, Geronimo Caserio se abalanza hacia ella y clava un cuchillo en el pecho del Presidente, justo a la altura del corazón. No hace falta plomo ni dinamita para hacer chirriar la mecanismos de la Reluciente Apisonadora. A veces basta con un simple cuchillo de cocina. El Presidente muere, Geronimo Caserio será ejecutado unos días después. El hilo se rompe, pero ha conseguido su objetivo. La cuarta y última venganza también se ha consumado.

6 comentarios:

  1. Tremenda esta historia de la que no tenía conocimiento. Cuanta violencia, cuanta venganza y cuanta muerte. Parece que ahora coemnzamos a revivir de nuevo aquellas épocas de finale de mil ochocientos a pirmeros del año dosmil...

    Un abrazo.

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  2. Me permito de nuevo ser el tocapelotas que corrige detalles: la matanza que vengó Ravachol no fue en París, sino en Fourmies, un pueblito minero del norte que sólo es conocido por eso, que yo sepa. Auguste Liard-Courtois, otro anarquista de aquella época, cuenta en sus memorias el clima que se vivía en el pueblo en los días siguientes -una orquesta casi fue linchada por tocar 'La Marsellesa'-, es una lástima que su autobiografía aún no esté traducida.
    El primer atentado de Émile Henry, el de la comisaría de la rue des bons-enfants (que hizo que los situacionistas hicieran 'La java des bons enfants'), no es que pusiera la bomba allí, sino que la puso delante de una sede de la principal compañía minera de Fourmies y alguien -un conserje, creo- la recogió y se la llevó a la policía, lo que provocó la explosión con cinco muertos, y tal.

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    1. jajaja qué va, al revés, muchas gracias. Corrijo ;)

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    3. Me alegro de no ser considerado repelente, cuando lo que me pasa es que estos temas me apasionan, jeje. Estuve viviendo en Lyon y siempre me daba pena que el único "memorial" de Sante Caserio lo haya hecho el Enemigo: un rótulo explicando la muerte de Sadi Carnot y un adoquín rojo en el sitio exacto de la muerte.
      En Italia, afortunadamente, tienen varios poemas y canciones en su memoria.

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    4. a mí tb me encantan. La info la saqué de aquí y de allá, así que normal que tuviese fallos. Mejor si me la corrigen :)

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