lunes, 13 de enero de 2014

registro de sueños entre el 3 de diciembre y el 6 de enero

[The Lonely Villa, 1909]




3 de diciembre

Estoy esperando en la cola de un cine. No hay ninguna película que me interese, pero estoy con más gente y es una especie de compromiso. Entramos en el cine y la sala es gigantesca. Su forma es similar a las aulas magnas de las facultades, esas que tienen las filas de asientos en una cuesta bastante pronunciada, pero su tamaño es mucho mayor, como un anfiteatro gigantesco. Abajo del todo está la pantalla de cine, tan pequeña que apenas se ve. Las luces están apagadas pero hay velas encendidas por todas partes. Me siento en mi butaca. Pasan los minutos y las horas pero la película no empieza, aunque nadie parece quejarse. El cine se va llenando cada vez más. 



6 de diciembre 

Camino sola por las calles de un pueblo pequeño. Es de noche, pero el pueblo está bien iluminado y parece haber gente viviendo en las casas. La calle es estrecha y las paredes de las casas están encaladas. He quedado en algún sitio cercano, así que ando deprisa. De repente, de un callejón a la derecha sale una sombra negra que se abalanza hacia mí y me hace caer al suelo. El impacto es tan fuerte que me golpeo contra el suelo y me empieza a salir sangre de la boca. Cuando me giro la sombra ya no está. Me levanto y voy a la plaza donde están mis amigos esperándome. Llevo toda la ropa manchada de sangre, pero nadie parece darse cuenta. Les cuento lo que me ha pasado y se echan a reír. Me cogen de la mano y me llevan de nuevo a la calle donde ha tenido lugar el ataque. Abren una puerta que hasta entonces no había visto y me encuentro la sala enorme del sueño anterior. Reconozco la sala, sé que he estado allí, aunque en ese momento no sé que ha sido en otro sueño. "La sombra que viste no quería atacarte. Era solo un actor. Su entrada la hace a través del patio de butacas para asustar a la gente. Simplemente se chocó contigo". 



13 de diciembre

Estoy sentada en una terraza. Es verano y hace mucho calor. Delante de mí, en mi misma mesa, está sentado Sartre. Estamos discutiendo, aunque ninguno de los dos parece muy enfadado ni alzamos la voz. "Sus libros son una puta mierda, señor Sartre" le digo varias veces. Él se ríe. "La gente solo los lee porque cree que los tiene que leer, pero todos piensan que son una mierda". Él se ríe más fuerte, coge el jarrón de flores que hay encima de la mesa, saca las flores y tira el jarrón al suelo. El jarrón se hace añicos. Después tira las tazas de café y los platos, que también se rompen.



22 de diciembre

Estoy desnuda en una habitación. A mi alrededor hay un montón de gente que me está pintando espirales por todo el cuerpo. Algunas de las espirales son diminutas, otras son enormes. Tengo que hacer algo que no quiero hacer y que me da miedo, pero no recuerdo qué. Me entran ganas de llorar, pero no lo hago para que no se borren las espirales que me han pintado en la cara. 



23 de diciembre

Camino por una ciudad llena de gente. La mayoría de las mujeres llevan velo y mucho hombres visten chilabas. Sé que estoy en un país árabe pero no sé en cuál. Hace mucho calor y me siento en una plaza, a la sombra de un árbol enorme. Veo llegar a un chico montado en una bicicleta que lleva varias bolsas colgadas del manillar. Aparca la bici delante de la verja de un edificio. Me fijo en que no le pone cadena ni candado y pienso que se la van a robar. De repente hay una explosión enorme, la bici ha estallado y el edificio entero se ha derrumbado. Veo salir a gente de entre los escombros, llenos de polvo y de sangre. Oigo gritos de dolor y voces pidiendo ayuda. A pesar de que estoy muy cerca del edificio a mí no me ha pasado nada, ni siquiera tengo la ropa manchada de polvo. El chico se me acerca, me coge de la mano y me saca de la plaza. Tiene un ojo azul y otro verde. 



2 de enero

Estoy sentada en la sala de espera del dentista. A mi lado hay una señora con un sombrero de copa en la cabeza. La miro y veo que empieza a salirle sangre de los oídos. Me levanto y la pongo las manos en las orejas para intentar que no siga saliendo, pero no sirve de mucho. A la mujer no parece importarle y se ríe a carcajadas de mis intentos.



3 de enero

Tengo un gato subido a la cabeza. Intento bajarlo todo el rato, pero vuelve a subirse cada vez que lo consigo. Después de varios intentos, me resigno a dejar que viva allí. El gato se fabrica una especie de nido con mi pelo y tengo que llevarlo a todas partes ahí subido. Al cabo de un tiempo, la gente empieza a acostumbrarse. 


6 de enero

Estoy paseando a un perro por el parque. Me detengo y miro al cielo para ver si hay nubes. Un anciano se me acerca, señala las nubes y dice "lo peor va a ser cuando empiecen a llover murciélagos de la fruta".


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