martes, 14 de mayo de 2013

la extraña maldición de predecir el futuro








Durante los años de esplendor de los circos americanos, era frecuente que estos fueran acompañados de lo que aquí se conoció como la parada de los monstruos: comparsas de seres deformes o monstruosos que exhibían sus enfermedades y trastornos para regocijo del público. Estas comparsas iban con los circos y muchas veces se convertían en el principal reclamo, mucho más que los trapecistas o los domadores. Hermafroditas, gigantes de más de dos metros, siameses unidos por distintas partes, mutilados que habían aprendido a comer o escribir con los pies, esquimales y niños con severos retrasos mentales y cráneos diminutos eran expuestos en pequeñas carpas a las que se podía entrar tras pagar algunas monedas. A veces los monstruos eran obligados a bailar delante del público, mientras sonaba una música de órgano que se accionaba con una manivela. 

Una de las comparsas más famosas a principios de siglo procedía de Europa del este. Estaba formada por una muchacha con una sola teta en el centro del torso, un chico con cráneo de caballo y Edina, una mujer enormemente obesa que predecía el futuro. Cuando alguien entraba en su carpa, Edina lo miraba y comenzaba a hablar. No utilizaba ningún método de adivinación, simplemente recordaba el futuro de la persona que tenía delante. Junto a ella se sentaba el muchacho de cráneo de caballo, que traducía los murmullos de Edina, ya que ésta estaba afectada por una enfermedad que hacía que tuviese la cara llena de pústulas supurantes. El pus que salía de las pústulas se secaba por la noche, haciendo que no pudiese abrir la boca salvo para emitir murmullos apenas audibles, que sin embargo sus compañeros entendían a la perfección. Cuando se la preguntaba de dónde venía su habilidad, Edina contaba que con trece años había sufrido una meningitis que la obligó a permanecer varios meses en la cama. Cuando se recuperó, ya tenía ese peso descomunal y esa maldición de recordar el futuro. 

Después de recorrer durante años todo Estados Unidos, Edina, la muchacha con un solo pecho y el muchacho con el cráneo de caballo fueron recogidos por el Museo Americano, en Nueva York. Allí, Edina vivió hasta los ochenta y un años, recordando el futuro de todo el que iba a verla. Se dice que era visitada con frecuencia por los círculos anarquistas de la ciudad, pero también por grandes magnates que la consultaban sobre el destino de sus finanzas. Se afirma que predijo, entre otras cosas, el crack de la bolsa de 1929. 



[esta historia la leí en el hipnótico libro "La insólita reunión de los nueve Ricardo Zacarías". A su vez, los autores la tomaron de "The circus 1870-1950", de Noel Daniel. Las fotografías pertenecen a una exposición "Anatomical Theatre", de un museo de Alabama, Estados Unidos.]

6 comentarios:

  1. Creo que voy a ver si en Amazon encuentro eso de los nueve Zacarías, porqué me acabas de alegrar la tarde.
    Además, de nuevo se puede rastrear la relación estrecha entre espiritistas y anarquistas que tantos frutos dio en aquellos tiempos. Según Gerard Horta ("Cos i revolució") esta asociación responde al objetivo común de asaltar el cielo y derribar el orden divino.

    ResponderEliminar
  2. Si usted lo dice es una orden. Ya la seguí con Lerín, y también vengo hipnotizado.

    ResponderEliminar
  3. Creo que os va a molar un montón. En realidad es una novela, pero incluye algo así como notas a pie de página con sucesos reales. De hecho, la novela está basada en dos hechos que ocurrieron de verdad: la desaparición de un importante físico catalán a principios de siglo (Ricardo Zacarías, que estaba trabajando en algo así como un antecedente de la Teoría de Cuerdas, las dimensiones paralelas y los viajes en el tiempo) y un misterioso asesinato ocurrido en el Hotel Chelsea, aún sin resolver (el muerto estaba en una habitación del hotel, con nueve balazos, y las puertas y ventanas estaban cerradas por dentro). Por cierto, el mismo hotel donde Sid Vicious (de los Sex Pistols) asesinó a su novia varios años después. La novela une esos dos hechos y yo creo que alucinaríais con ella.

    Lerín mola mogollón, Darío, me alegro que te gustase :)

    ResponderEliminar
  4. Gracias, ya me convenció. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Tu post me ha recordado a dos peliculas diferentes aunque apasionantes ambas, una es la parada de los monstruos y la otra la brillante hombre elefante de David Linch.
    un saludo

    ResponderEliminar