martes, 16 de abril de 2013

día treinta




 Día treinta en la casa.

Me gustaba la casa en la que vivía antes. Debajo del sótano había una cueva con varios niveles. Siempre que bajaba allí tenía la sensación de que era un lugar al que no se debía entrar. Al que la casa no quería que entrases. En la cueva se percibía cómo la casa respiraba. Se movía. Latía. La casa de ahora no respira. Está congelada en un momento indefinido que no puedo precisar. Ayer uno de los espejos se cayó y se rompió.

2 comentarios:

  1. Me cambié de piso (que no de casa, y eso es muy distinto) hace un año y pico. Y siento que este piso no respira. A mi no se me habría ocurrido decirlo así, pero es así. Pienso o sueño en casas o pisos que respiren aunque sea con fantasmas.
    Hece años compré un Renault 4 de tercera o cuarta mano que también respiraba. Y ahora tengo un Clio que no lo hace. Llevo meses mirando anuncios de coches viejos.

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  2. Dan ganas de seguirlo, de tirar del hilo que se intuye en el espejo.

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