miércoles, 22 de agosto de 2012

mi historia de amor y odio con el porno// "Postpornografía" de Marisol Salanova

[Postpornografía, Marisol Salanova, (Pictografía, abril 2012)]


Entre mi trabajo y mis estudios, hay días en que he llegado a ver cuatro o cinco películas porno seguidas. Esto puede parecer el sueño del heterosexual medio de entre 15 y 25 años, y al principio es gracioso que te paguen por eso, aunque sea poco. Pero llega un punto, en torno al minuto treinta y seis de la segunda película, en que todo empieza a ponerse raro. Empiezas a ver a los actores y actrices de forma extraña, como hechos pedazos en un sentido literal. No es solo que dejas de ver personas, es que dejas de ver cuerpos y empieza a ver partes de cuerpos. Diría que se parece al mostrador de una carnicería, pero no es exacto, porque no son partes de cuerpos muertos. Son órganos y extremidades vivas y palpitantes, pero desconectadas de los lugares en que deberían estar y vueltas a conectar unas con otras de una manera extraña. Penes enormes que entran y salen de agujeros no muy fácilmente identificables, prótesis invisibles que acechan debajo de la piel, lenguas que flotan, líquidos que fluyen.

A partir del minuto trece de la tercera película, el cerebro empieza a notar los efectos. Deja de esforzarse en intentar reunir los órganos y extremidades sueltos y empiezan a venirse a la cabeza imágenes inquietantes. En mi caso, empecé a pensar en los efectos de la exposición a la radioactividad, en los documentales sobre operaciones quirúrgicas, en las habitaciones llenas de instrumentos de tortura que se pueden alquilar para practicar sadomasoquismo, en las cadenas de comida rápida. Supongo que mi cerebro trataba de buscarle un sentido a todo aquello, porque el porno no lo tiene, y no me refiero moralmente sino de forma literal: una película porno es simplemente una acumulación de escenas y cada escena una acumulación de cuerpos y cada cuerpo una acumulación de órganos y cada órgano una acumulación de tejidos. Y todo palpita y se mueve y se conecta y se desconecta.

Hay un chiste muy machista que dice que a las mujeres no nos gusta el porno porque los protagonistas no se casan al final. Bien, jaja, pero pensemos: el hecho de que los protagonistas se casasen daría un sentido a la acumulación de órganos, los órganos se acumularían por un motivo, la película iría a algún sitio. Lo que dice el chiste es que a las mujeres no nos gusta el porno porque no tiene sentido interno, porque después de tragarnos esa acumulación de extremidades flotantes la película se acaba sin que hayamos podido encontrar un pegamento que las reordene.

Y ahí entra el postporno. La postpornografía es ese intento de que las extremidades se vuelvan a conectar en un sentido lógico al final de la película y podamos excitarnos y corrernos sin pensar en bombas nucleares, trozos de piel cayéndose y empleados del MacDonalds llenos de acné. Da igual cuál sea ese sentido, puede ser que los actores se parecen más a personas reales o que ella es la que lleva el control o que tiene un fin político, pero hay algo que junta los trozos. Y en ese movimiento difuso y desorganizado y en construcción que es el potsporno el libro de Marisol Salanova actúa como un mapa. Por eso es tan bueno, porque en menos de sesenta y ocho páginas (epílogo crítico a manos de Ernesto Castro incluido, muy bueno) nos da las pistas que necesitamos para no perdernos. Y yo la agradezco enormemente el placer que me ha proporcionado leerlo, directa e indirectamente. 


13 comentarios:

  1. Y a partir del minuto 69 es cuando sacas el taladro percutor?
    Una boda al final estaría bien, SI!

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  2. Siguiendo enlaces estoy descubriendo el tema del postporno, y creo que de momento me quedo con lo que cuenta María Llopis.
    Diría que lo que hace perder el interés por el porno convencional (o "mainstream", como dicen), es la falta de relato, porqué los cuerpos haciendo gimnasia -por más acrobática que sea- no cuentan nada. Creo que nuestra mente se activa cuando se cuenta algo, cuando hay narración y cuando hay metáfora. Yo no tengo ni idea, pero igual se podrían inspirar en relatos bíblicos o mitológicos, a ver qué tal.

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    1. joder, pues igual, no sería una mala idea. María Llopis es de las grandes ;)

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  3. corro el riesgo de opinar aqui y ser identificado como un habitual mirador de pornografia, asi que no lo hare.
    Lo que tengo es una gran curiosidad: ¿de que trabajas?

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  4. Yo soy un habitual "observador" de porno, con predilecciones bastante concretas y sobretodo muy habitual y reincidente.

    El porno de los años 60 y 70 sí que tenía un hilo argumental, la mayoría de veces bastante simple pero otras de una calidad bastante notable, sobretodo el porno danés de aquellos años, que es mi perdición. Sé que en los últimos años se ha tratado de hacer porno narrativo, pero a mi me parece, en la mayoría de los casos, bastante forzado. Es una opinión personal, nada profesional. Por otra parte en el sur europeo, en aquellos años digo, cualquier intento narrativo era por lo general bastante tosco, puede que sea por nuestro carácter. Por ejemplo el cine porno italiano de aquellos años trataba de mezclar narración (incluso guiones "infantiles" y "clásicos"), pero la cosa no cuajaba más allá de la gracieta (el lobo feroz follándo, los pitufos, pinocho, etc.).

    El porno que más me desagrada es el que comenzó en los 80 y siguió de forma preoponderante en los 90: películas grabadas con cámaras de gran calidad, mucho presupuesto, actores musculados y depilados y actrices de silicona con caras duplicadas. El otro Silicon Valley, y eso. Ambientadas en casas de lujo y aderezadas con todos los clichés (champán, cama de seda, posiciones mecanizadas, pulcritud).

    (Aquí iba a soltar un rollo de la evolución del porno con internet pero me lo ahorro).

    Lo que comenta Layla sobre la disección de los cuerpos, es verdad, y eso suele ocurrir precisamente en el porno comercial del estilo norteamericano, basado en la intercalación de diversas escenas, cada una de ellas con una postura clásica (mamar, chupar coño, misionero, ella encima, -a lo mejor anal-, ella encima de espaldas y corrida en las tetas o en la cara). Las escenas se filman mostrando la propia penetración "plap plap plap" como un gif animado, con un enfoque normalmente muy cercano, por lo que da la sensación tanto de automatismo como de disección, pero a mi, sobretodo, de tristeza y repetición. Supongo que eso es la profesionalización, ocurre en todos los ámbitos de la vida.

    En las películas más añejas (y en internet se pueden encontrar auténticas reliquias), pero sobretodo en las películas centroeuropeas de los 60, se nota que todo es más voluntarioso, es decir que sin contratos millonarios por el medio, el porno era para los "auténticos amantes del porno". Los actores y actrices que triunfaban en aquella época parecían bastante vocacionales dentro de lo que cabe, no como ahora. Ojo, no se trata de un discurso de falsa nostalgia, es una percepción subjetiva de ver todo tipo de porno desde que me mareé y se me durmieron las piernas la primera vez que descubrí la masturbación. Y al igual que el yonki busca en cada pico la sensación del primer chute, yo sigo buscando aquella misma sensación. En vano, claro.

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    1. no podría haber encontrado una imagen mejor que la del gift

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  5. Yo también lo he notado, al 7o o 8o vídeo lo noto. Y me da asco, y me pregunto por qué continúan.
    CÓMO es que continúan.
    ¿Será que la sensibilidad de la mujer nos hace verlo? jaja

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  6. Wenas!!!
    Me parece correcto comenzar con cierta confesión. Soy un pornógrafo y por fortuna tengo una pareja (mi Sra. esposa) a la que le gusta tanto como a mi, así que es algo que compartimos juntos. Vemos pelis, hemos ido a festivales, a clubs alternativos con shows en vivo, etc.
    Puedo deciros que lo que pasa es que cuesta un huevo encontrar porno decente.. El huevo es del que lo busca claro, no de los actores! XD Y si hay algo que caracteriza al porno hoy día, en especial el yanqui es su puta repetición, todas las pelis son iguales, con los mismos planos, las mismas temáticas... Seguro que no sois capaces de encontrar una escena gay en una peli "convenvional", pero ¿y una escena lésbica? ¿A patadas verdad? Las producciones "convencionales" están dirigidas a un público heterosexual definido, las gays a otra franja de público... ¿Y las lésbicas? Mi mujer tiene unos gustos muy variados y sin embargo no le gusta el porno lésbico ¿porqué? Porque está dirigido al varón heterosexual medio...
    No estoy seguro que el fallo sea el hilo argumental, hay una directora de cine porno que se llama Erika Lust que hace "porno para mujeres" y tira un poco por ahí, pero no se, a mi personalmente su trabajo no me acaba de convencer. Lo que le falta principalmente al porno es savoir faire y sobre todo imaginación... Estoy un poquito cansado de que todas las pelis se acaben con una corrida en la cara! Que no es que esté mal, pero joder siempre lo mismo...
    El porno debería ser variado y sin segregar al público, ¿Porqué si yo soy un hombre casado no me puede gustar una escena gay? Lo que pasa en el porno es que tiene una visión del negocio muy clara pero una mentalidad muy cerrada... Sorprendentemente conservadora!
    Y para acabar de dar el coñazo... Sres. no me vengan con que a las mujeres no les gusta el porno, vayan a un festival erótico (que es porno en realidad) o a un club fetish o a donde sea, les aseguro que habrán muchas mujeres entre el público. Y cuando digo muchas, quiero decir muchas.

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    1. Afortunadamente, algunas hace tiempo que procuramos hacer porno bollo no dirigido al varón heterosexual medio. Ni hecho por él, ni hecho para él. Podríais empezar por alguna escena de One Night Stand, de Emilie Jouvet, por ejemplo.
      Y sí, a las tías nos gusta el porno, y a las que no nos gusta el porno que hay... hacemos otro!!

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      PD. Gracias por la reflexión previa a la reseña, Layla.

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  7. Buenísima metáfora para describir el concepto posporno y el trabajo de Salanova (que ya conocía y que también recomiendo). Esa especie de amasijo inconexo entre Hiroshima Mon amour y la cadena de montaje de los Wopper, me pareció certero. Aun así, y sabiendo apreciar, cómo no, los nouvelle cuisine y los pospornos de este mundo, de vez en cuanto también está bien guarrearse con un McMenú hasta los codos mientras, a su vez, se hecha de menos la deconstrucción de Bruce Labruce o María Beatty, y se le echa un poquito más de mostaza a la carne prensada...

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  8. ¡Me ha encantado! La verdad es que cuando me canso del porno convencional recurro a queertube, a mí, al menos, no me deja la misma sensación que el resto.

    Por cierto, ¡me habéis contagiado las ganas de leer a Marisol Salanova! :)

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