Dejando de tragar dominación

Cada día me administro un comprimido compuesto de desogestrel y etinilestradiol. Es decir, estrógenos y progestina, una molécula similar a la progesterona. Comenzar a tomármelo no fue una decisión voluntaria. Tenía problemas en el aparato digestivo y el médico decidió hacerme un análisis hormonal, entre otras medidas de diagnóstico. Aunque no tenía nada que ver con mi problema, que resultó estar causado por el estrés, los resultados del análisis encendieron las alarmas del sistema médico. Me enviaron al ginecólogo, el encargado de que las biomujeres sean funcionales al sistema, es decir, cumplan sus funciones de reproducción y cuidado de los demás de la forma en que han sido programadas. Sin cuestionamientos y sin críticas. Mi cuerpo producía más testorona de lo normal. De lo normal según los criterios de división de géneros del sistema. Así que era urgente que fuese tratada con un cóctel de estrógenos y progesteronas y reconducida al redil de las biomujeres funcionales.

Pero tragarse un comprimido de hormonas sintéticas a diario no sale gratis y mi cuerpo comenzó a notarlo. Perdí peso y mis tetas aumentaron de tamaño, por lo que el ginecólogo consiguió su porpósito de hacerme más funcional para el sistema en tanto que más deseable por los biomachos heterosexuales. Pero lo más dificil de detectar son los cambios que no se ven a simple vista. Tanto que ya no sabes si estaban ahí antes de que empezases a tomarte la pastilla. Y ése es el mayor triunfo del sistema de dominación actual. Que no seas capaz de diferenciarlo de ti misma.

Éste es el último mes que me tomo la píldora. Voy a dejar de tragar dominación en forma de pastillas. Os iré contando cómo me va.