martes, 4 de marzo de 2014

por qué le dije que no a la revista Glamour




Hace unas semanas, un periodista de la revista Glamour me envió un email para invitarme a participar en un reportaje sobre poetas jóvenes. Según me contaba en el email, la idea era acordar un día para que acudiese a la revista. Allí me harían unas fotos con la ropa que ellos decidiesen y respondería a una serie de preguntas, una especie de entrevista breve. En realidad no necesité ni dos segundos para decidir que no quería participar, pero la respuesta me llevó algo más de tiempo, porque quería que estuviese argumentada. Pensaba publicar la respuesta en este post eliminando las referencias personales, pero ya que la invitación no fue pública, no creo que la respuesta deba serlo. Lo que sí quiero es contar algunas de las razones que le di para negarme y algunas reflexiones que me surgieron a raíz de aquella invitación.

Mi negativa se debió fundamentalmente a dos razones: no quiero participar en un dispositivo de dominación tan brutal para las mujeres como es una revista de moda y no quiero que me utilicen como producto para vender su revista. Me explico. Desde mi punto de vista, las revistas de moda son dispositivos de disciplinamiento de los cuerpos, en la medida en que establecen cómo deben ser y cómo no nuestros cuerpos. Reproducen el discurso de la dominación, que busca despojarnos de la posibilidad de decidir cómo quiero que sea mi cuerpo y qué quiero hacer con él. El control social no se ejerce únicamente mediante un control físico directo, sino sobre todo mediante la alienación respecto a nosotros mismos. Es decir, el poder no es solo que nos encarcelen, que nos obliguen a estar en una silla ocho horas al día o que la policía nos pegue en una manifestación, sino también todos los dispositivos que me quitan la posibilidad de decidir sobre mi cuerpo, mis deseos y mis afectos. Como dicen los miembros del colectivo francés Tiqqun, el capitalismo no es el BM o el FMI: el capitalismo es un poder de fascinación. Y en ese poder de fascinación, las revistas de moda juegan un papel fundamental como mecanismos de control. Detrás de esas letras brillantes y esos papeles satinados, no está otra cosa que la intención de fascinarnos con una determinada forma de vida, con una organización social concreta como es el capitalismo, para que justifiquemos todo el dolor y la dominación que comporta, incluso para nosotros mismos.

Además, eso es especialmente grave en el caso de las mujeres, que sufren una dominación mucho más intensa como consecuencia de la estructura patriarcal del sistema. Aunque los cuerpos de los hombres también son fuertemente disciplinados (otro día podemos hablar de la viagra, por ejemplo), los de las mujeres lo son aún más. Siempre me he sentido feminista, pero desde hace unos meses además milito activamente en un colectivo que se define así. Por respeto a mí misma, a mis compañeras y al resto de mujeres y hombres que se parten la cara literalmente en la calle para luchar contra este sistema, creo que no debía participar. No pretendo ser ningún ejemplo de coherencia –de hecho yo misma tengo cientos de contradicciones-, sino simplemente no hacer cosas con las que no me siento bien, y participar en una de estas revistas es una de ellas. No me sentiría bien conmigo misma apareciendo en esta revista y después yendo a alguna acción con mi colectivo. Sentiría que me estoy engañando.

Algo parecido sucede con el hecho de que sea sexóloga. Desde hace unas semanas, participo en una asesoría sexológica gratuita en un centro social de Madrid. Mi labor allí me permite ver día a día el daño que hacen a la gente las ideas sobre lo que es “normal” y lo que no en el sexo. Esa distinción entre “normal” y “anormal”, entre “sano” y “patológico”, genera cantidades ingentes de sufrimiento, cuando en realidad no existe lo normal y lo que no lo es, porque igual que no hay dos personas iguales no hay dos sexualidades iguales. Esa distinción es totalmente arbitraria, podría haberse fijado en cualquier otro punto, pero cumple un objetivo: controlarnos, ajustarnos a un molde, restringir nuestra libertad. Hacernos funcionales a unos determinados intereses. En esa labor, revistas como Glamour juegan un papel fundamental. Con artículos como “Cómo comportarte en la primera cita”(enlace aquí) o “Cómo ligar en la cena de empresa” (enlace aquí) ,  no hacen otra cosa que fijar esa distinción, que profundizar en una forma de entender la sexualidad que no genera más que dolor y sufrimiento. No me sentiría bien conmigo misma si participase en una revista en la que tres páginas más allá puede leerse un reportaje como ese. Cuando tuviese que ir a la asesoría el miércoles siguiente sentiría que me engaño, que he defraudado algo en lo que creo.

Me queda la segunda motivación: no quiero que me vendan como un producto. No quiero acudir a un sitio donde me van a vestir y hacer posar como ellos quieran, donde me van a hacer parecer una cosa que no soy. Cualquiera que me conozca sabe que llevo zapatillas de diez euros, camisetas de dos y que ni siquiera me peino la mayoría de los días. La moda siempre me ha dado igual. Hay camisetas que tengo desde los diecisiete años, en parte porque detesto ir de compras. Esto no pretende ser un ejemplo de nada -si quisiera podría comprar más ropa, no estoy en la indigencia-, pero simplemente prefiero gastar mi dinero en comprar libros, irme de cañas con los amigos o ahorrar para irme a un camping en verano. Así que no creo que tenga ningún sentido que me ponga una ropa que yo no compraría para salir en unas fotos. Como he dicho antes, no me sentiría bien conmigo misma.

Este post es simplemente para explicar todo eso, para contar todas esas razones que me hicieron decir que no. No significa que crea que mi postura sea la correcta o más correcta que otras, entiendo que hay gente a la que le puede gustar leer esas publicaciones y participar en ellas. Es solo no me sentiría bien si lo hiciera, pero yo no soy un ejemplo de nada. Por supuesto, agradezco la invitación a las personas que pensaron en mí para el reportaje. Creo que ellos lo hicieron de corazón y yo también se lo agradezco de corazón. Espero que entiendan que no tiene nada que ver con ellos, es solo que creo que no hay que hacer cosas que no nos hagan sentir bien, al menos cuando no dependa de ello nuestra comida.


También quiero aclarar que esto no significa que no colabore nunca con nadie, todo lo contrario. Siempre que me han pedido una colaboración para cualquier fanzine, blog y revista lo he hecho, porque me parece que es un honor que alguien se interese por tu trabajo y quiera incluirte en su publicación. Pero se trataba de fanzines o blogs que estaban interesados en lo que yo escribo (no en hacerme fotos) y que funcionaban con parámetros muy distintos al de una revista de moda. Para decirlo brevemente, participar en ellos me hacía sentir feliz. 

18 comentarios:

  1. Muy lógico todo. A mi hace algunos años me escribieron para decirme que si quería ir a Espejo Público Dije que no por razones que comprenderás No me gusta la necesidad de justificar todo que nos han metido pero, en casos como este, en los que contar una experiencia ayuda a hacer reflexionar a otros, genial

    pd: otro día habla de la viagra porfaplis Puede ser muy interesante, y más si eres sexóloga, no tenía ni idea

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Me alegro que no te hayas prostituido al mundo de la moda, así que sólo quería felicitarte por esa decisión tan personal como acertada que creo que has tomado. Ya vendrán otras historietas más interesantes, verás como sí. Saludos.-

    ResponderEliminar
  3. No es un post, es un contundente artículo que da muestras de la coherencia (con nuestras contradicciones, como señala Layla) de una persona que sabe lo que escribe, dice lo que piensa y pone los puntos sobre las "íes" de lo que significan ciertas publicaciones--esto no quiere decir que no respete la libertad de quienes se las compran, faltaría plus.-- pero es muy bueno poner en su lugar las cosas. Es capitalismo...
    Me ha encantado.

    **Tengo una deuda con Layla, es sólo una palabra, que espero, deseo, que la acepte: PERDÓN.

    ResponderEliminar
  4. Con tu permiso lo linko en mi Face
    Un saludo

    ResponderEliminar
  5. No encuentro que una revista de moda sea un dispositivo de dominación tan brutal, entiendo que haya mujeres que puedan sentirse presionadas por las propuestas que se hacen desde estos medios, y que sufran por comparación, pero también hay otras que leemos esas revistas porque nos apasiona la moda, que es un arte, como la escultura o la arquitectura. Poder de fascinación. Sí. La poesía también, con la poesía fascinas, emocionas, haces soñar. En ese sentido entiendo la propuesta. Muchos poetas ingleses posan cono ropa de diseñadores maravillosos y no pasa absolutamente nada. Es belleza. Entiendo y respeto tu postura, pero yo no me pongo a dieta de lechuga por leer el Vogue, ni me siento obligada a usar determinadas cremas, ni nada de nada. No soy tan manipulable, ni tan influenciable como pretenden hacerme creer determinados colectivos. Soy una mujer crítica que puede leer una revista de moda libre y alegremente, disfrutando del espectáculo, y sin que me cause ningún tipo de trauma. Vivo como quiero y soy lo que quiero ser.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi me encanta la ropa, vivo por y para la ropa, pero odio la moda y todo lo que ello implica (industria, modelos, anorexia, bulimia, contaminación, explotación infantil, tóxicos en el agua en los países donde se produce...) el ciclo de la moda es lo que sí, por un lado crea una economía, pero por otro crea la falsa necesidad de estar al día (porque si no, estás desfasado y se te considera antisocial, y esto se inventó en el Rococó) y de ser parte de algo (al llevar la misma ropa que tu tribu urbana, clase o círculo social). Es decir, que a no ser que realmente lo veas desde el exterior, todo esto existe. Yo compraba la Vogue desde los 15 años y he dejado de hacerlo y jamás he comprado revistas tipo Marie Claire o Cosmpolitan. Me han parecido siempre de niñas estúpidas que no saben donde coño está su clítoris, por mucho que lo expliquen en estas revistas con un test. Si realmente te gusta la ropa (Que no la moda) como arte, vagas por internet en busca de creadores fascinantes, o sí te puedes comprar el Vogue, pero raramente la edición española, que es más rancia que el Hola. Cada uno puede leer lo que le venga en gana, desde luego alabo si tu puedes leer estas revistas sin caer en todas esas cosas (de hecho no las compro, pero no me muero si la tengo que leer en el dentista porque es lo que hay XD) pero eso no quita para haber presenciado conversaciones demuuuuchas compañeras de clase sobre los temas de esta revista y que te pregunten ciertas cosas que son de dos dedos de frente. La cultura (sea la que sea) es un concepto más de dominación, y si no, solo hay que fijarse que es lo que están eliminando los políticos y que es lo que patrocinan en la tele.

      A la creadora del post, olé.

      Eliminar
  6. Estoy completamente de acuerdo con tus ideas Layla, pero a veces disfrazar un poco el guión y reirse de uno mismo (que no prostituirse) es casi necesario...
    Me encanta lo que escribes...siempre

    bsos

    ResponderEliminar
  7. La amable y argumentada contundencia de la coherencia.
    Un placer leerte.

    ResponderEliminar
  8. Querida Layla:

    Totalmente de acuerdo contigo.
    Con respecto a la aportación de anónimo: sí. Una parte de la moda es creación, desafío y transformación (véase Yves Saint Laurent) y en realidad he de reconocer que me gusta la moda así como me gusta el deporte. Lo que no entiendo? (y no sé si interpreto bien a Layla), es la manía de convertir algo que en principio podría ser bello en un producto para control de masas, como bien ha dicho Layla, produciendo un gran sufrimiento a quien no pueda subirse al carro del "glamour" (porque nos bombardean con cómo tenemos que mostrarnos, porque nos excluyen si no lo hacemos), porque nos venden mensajes de integridad cuando nos preparan para vendernos al mejor postor sin que cuente otra cosa que la materialidad. Porque hay que gritar más alto¡¡ porque no se oye¡¡. Porque nosotr@s no estamos dispuest@s a disfrazar nuestra forma de sentir porque no creemos en la tendencia única. Porque somos libres de conservar nuestra sencillez. Eso no quiere decir que no nos guste el color "negro", sino que no creemos que las cosas de por sí nos aporten identidad. La identidad es previa y hay que conservarla y defenderla para poder avanzar realmente.

    Un besito Layla.

    ResponderEliminar
  9. Bravo: sentido común, principios y razonamiento. Rara avis.

    ResponderEliminar
  10. Me encanta tu coherencia. ¡Bravo!

    ResponderEliminar
  11. Yo nunca podría sentir el más mínimo respeto e interés por una poeta que aparecería en una publicación de ese jaez y encima jugando a los disfraces... Hay acciones que retratan a un escritor y esta sería cuanto menos ridícula.

    Me temo que el problema va un poco más allá de tu coherencia (que aplaudo) y tiene mucho que ver con la superficialidad y el mercantilismo de la literatura llevado al extremo si se trata de mujeres, es decir, "mira qué cucas y monas aunque se dediquen a eso tan raro de la poesía".

    Malos tiempos para la lírica, ya ves. Así que me alegro por ti.


    Un saludo

    Marga

    ResponderEliminar
  12. Desde luego no se te puede acusar de falta de coherencia. Lo que sí veo en tu discurso es ese tono de superioridad y prepotencia que se suele apreciar en todos los discursos de corte anarquista o comunista: que es pensar que los que no son anarquistas ni comunistas son unos bobos abducidos y alineados por ese espantajo que tanto os gusta sacudir; el capital y la sociedad de consumo, de la que por cierto también participas con tus zapatillas de 10 euros, tus camisetas de 2 y tu conexión ADSL. Un saludo. Roberto.

    ResponderEliminar
  13. Me resulta bastante jocoso, la entrada y la situación. Me explico, la autora del blog, habla como si existera un dentro y un fuera de la sociedad. Error bastante extendido. Tambien como si el mundo de la literatura fuera puro y virgen, y no la ciénaga que es. En el cual, abunda la envidia, competitividad, los egos, los intereses etc Refiriéndose a las personas como cosas pasivas que absorven todo lo que les dan, la gente ve la televisión, escucha la radio, lee revistas, y no toma todo en serio. Aunque lo que más poderosamente me llama la atención, es todo el artefacto teórico, con el cual adorna la explicación de su decisión. Parece hasta como si se quisiera convencer de su propia decisión. Esa forma de considerarse "alternativo" personalmente me parece la otra cara de la misma moneda, que precisamente tanta gente "alternativa" critica. Es decir, fuera de los mismos circuitos "alternativos" de siempre, no me interesa salir. Muy endogámico todo ¿No? Están los artistas de primera fila, los aficionados y los "alternativos", cada cual en su cajón, haciendo mucho onanismo pseudointelectual, construido mediante dialécticas de oposición en la elaboración de sus identidades. Así la literatura y la sociedad, no van a ninguna parte. Puesto que las relaciones de poder continuan, sólo que cambian de rostros. Y por último, me imagino que conformarse como ser cultural y social, en base a unos presupuestos basados en una continua negación de lo establecido, de forma muy dialéctica, es muy juvenil y esteril. Pero bravo, todos mis respetos, era una decisión, todas son difíciles.

    ResponderEliminar