La poesía de Gio me fascinó desde el primer momento. Hace dos años que leo su blog, y no recuerdo cómo llegué a él. Supongo que saltaría de unos enlaces a otros hasta encontrarlo. Lo que sí recuerdo es la sensación de la primera vez que lo leí, esa especie de presentimiento de que había encontrado algo que merecía la pena. Debía de ser finales del 2010 y yo estaba en medio de un proyecto de autosuficiencia que se hundía por momentos, como la casa en la que vivíamos y el país entero. Nuestro empeño en depender del sistema lo menos posible nos estaba dejando agotados, y teníamos la sensación de que todo se desmoronaba a nuestro alrededor. El día anterior se había roto el calentador, no teníamos nevera, y habíamos pasado la tarde ajustando una cadena de bici a la lavadora porque no podíamos pagar al técnico que tenía que arreglarla. Lavábamos la ropa dando pedales, que era mejor que hacerlo a mano. Después de cenar, solía conectarme un rato a internet, y la mayor parte del tiempo la invertía en blogs. El de Gio se convirtió en uno de mis preferidos desde que lo encontré. Su forma de escribir tenía algo hipnótico, como un zumbido que solo oyes cuando cierras los ojos y que vibra en una frecuencia diferente. No sé si sois capaces de oírlo, yo a veces no me lo puedo sacar de la cabeza. También estaba aquel vocabulario tan rico, aquella mezcla de palabras procedentes de una latitud distinta, de una ciudad que siempre me imagino recubierta de una luz fluorescente. Aquellos poemas vibraban. Palpitaban. Pero sobre todo estaba la libertad con la que escribía. Sus ganas de experimentar y su forma de entender la poesía como algo que debe pasar antes por el corazón o por los pulmones que por la cabeza. Gio fue el que me hizo entender eso.
Luz de sombra
He visto a la luz de la
sombra hundirse como espada en mi cerebro y voy hacia la noche, en la
intemperie se está a salvo. El recuerdo se hace motor, entonces el silencio es
vital: masticar catalepsia de mil años, agazaparme y cubrirme, gotear en el
tiempo, ser rumor que se desploma, síntesis de avernos colgantes. Venerarte con
el reflejo de una luz filosa, momificarte en un espejo y descomponer la
voracidad de esta postrimería. Este raigambre me hace médium vigoroso. Mis
tonalidades se atrincheran en tu resonancia. La verdad nunca acierta con el
gusano que se adentra en la aurícula, ni atisba la mueca funámbula de mi alma.
Me hallo contemplando, solidario con mi agitación, abandonado y sin réplica.
Contra la niebla
He
puesto la mirada en el silencio eco para reanudarme
en
la sombra vulva sin artificios he puesto el cuerpo
he
detectado virulentos molares en los restos del fracaso
hormigas
discontinuas en su canibalismo
fracturas
que exclaman un poco de indecencia
me
he puesto el pulso para reconocerme
recogiendo
los pedazos de la turba
en
un ir a la contra de la niebla
saco
la aguja que se enrosca en estos arbustos de huesos
y
todo se vuelve diminutivo todo parece rebosante.
Los dos poemas que aparecen en esta entrada son inéditos, pero pueden leerse más en su blog "El plebeyo". Él siempre dice que escribimos muy distinto. Yo espero que no tanto.
Comos siempre eliges bien, Layla. Un gusto encontrarse a Gio por aquí. Hermosos poemas...Un abrazo a los dos..
ResponderEliminarMuy bonita la entrada, y los poemas de Gio son una pasada. Bonita conjunción :)
ResponderEliminarBravo y brava!
ResponderEliminarEstablecer puentes y diálogos, unir tradiciones y ecos, reconocerse mutuamente en las palabras. Qué bueno que hagas sonar voces como las de Gio, que, dicho sea de paso, es un poeta con una potencia del lenguaje y unos hallazgos metafóricos que, como bien dices, hipnotizan y huyen de lo cerebral para dictarse desde el corazón, saludote!
ResponderEliminarGracias a este post he conocido a Gio y su blog. Ya de entrada, el t´titulo del blog me ha interesado.
ResponderEliminarMe resulta casi imposible comparar entre poesías y poetas, pero yo diría que si hay cosas en común.