mi libro es un aborto monstruoso o un hijo enfermo

Imagen: Alexandra Waliszewska 

Acabo de terminar el Libro de la Crueldad hace apenas dos días. Durante un montón de meses me he metido en la mierda hasta la cintura. He leído decenas de informes psiquiátricos sobre trastornos sexuales, me he pasado tardes enteras leyendo sobre enfermedades mentales, he contactado con sectas religiosas americanas -todavía tengo los panfletos que me enviaron para intentar convencerme de que Dios es amor y los emails de Sarah diciéndome you´re very confused, darling-, he investigado las vidas de los santos católicos con su cal en los ojos y sus estigmas y sus evidentes rasgos de esquizofrenia.

El proceso me ha dejado echa polvo en muchos sentidos, porque además ha coincidido con tener que volver a casa de mis padres, con los 35 euros de mi cuenta corriente, con las despedidas en los aeropuertos, con el paro, con el cansancio... Todo esto me ha costado 4 kilos de peso y 2 desmayos, uno de ellos en un tren de cercanías.

Y de toda esta mierda ha salido el libro, como una especie de aborto monstruoso o de hijo enfermo. Tiene poemas, poesía en prosa y falsas biografías y está pensado como una trampa o como un bucle: da igual por donde empieces a leerlo, porque cada fragmento está encadenado con el siguiente hasta que vuelves al punto de partida. Y así una y otra vez.

No sé si lo que cuento en él os parecerá exagerado, pero yo sé que sería capaz de hacer muchas de las cosas que están en el libro y que la enfermedad mental no es algo tan ajeno como nos creemos. En determinadas circunstancias, sé que sería capaz de ejecutar a alguien, de torturarlo, de encarcelarlo. Que podría abusar de alguien o maltratarlo psicólogicamente durante días.

Y sé que vosotros también seriáis capaces de hacerlo. Puede que incluso ya lo hagáis.