jueves, 11 de diciembre de 2014

Recuento de sueños y pesadillas





[Andrea Kowch]



Últimamente apenas sueño. En la libreta donde apunto los sueños que voy teniendo hay un vacío enorme en las últimas semanas. Todo ese espacio en blanco me resulta inquietante. No recuerdo haber estado tanto tiempo sin soñar nunca. Despertarme sin ningún recuerdo me genera una especie de soledad extraña. Como si hubiese perdido algo. Por suerte, hace seis días las cosas cambiaron. Exactamente el día en que me cortaron la luz en casa, volví a soñar. Después los sueños parecen haber regresado con normalidad. Supongo que tiene que ver con el estrés que produce la precariedad y la pobreza, o quizá con el hecho de haber dormido en cinco camas diferentes en estos seis días. 


Viernes 5 de diciembre

Tengo el brazo izquierdo extendido, con la palma de la mano hacia arriba. Está apoyado sobre una mesa o una superficie de madera con aspecto de gastada. Con la otra mano introduzco una cuchilla en la piel del antebrazo, cerca del codo. Entra limpiamente, sin que se derrame sangre y sin producirme apenas dolor. La hoja es plana y muy fina, de un metal plateado y sin ningún tipo de inscripción o dibujo. Sé que es una cuchilla, pero no se parece a las cuchillas normales. Es mucho más larga y parece hecha para algún fin concreto, como si fuese instrumental quirúrgico. Cuando consigo que la cuchilla salga por el codo, giro el brazo para mirar cómo sobresale por ambos lados. Abro y cierro la mano y noto algo de dolor. Al ver mi gesto, unas manos masculinas me sujetan el brazo y sacan la cuchilla. Cuando me despierto todavía noto algo de dolor. 


Sábado 6 de diciembre

Estoy sola en una habitación enorme. La habitación está vacía, salvo por el escritorio en el que estoy sentada. La pared del fondo está tan lejos que apenas puedo verla, pero a mi derecha hay una cristalera enorme que deja entrar un montón de luz. El sueño es agradable hasta que veo a alguien parado junto a la cristalera. Es un hombre alto y fuerte, vestido con un jersey azul. Con calma, el hombre empieza a quitar uno de los cristales. Cuando lo consigue, lo aparta a un lado y entra en la habitación. Me levanto del escritorio y empiezo a buscar una salida. La sensación es de mucho miedo, pero no consigo acordarme de más.


Lunes 8 de diciembre

Estoy en casa cosiendo trajes de disfraces diminutos. Son para vestir a ratones, para una especie de concurso en el que participo. El agua me llega a las rodillas, pero es algo normal, no me alarma. Al cabo de un rato, el agua empieza a subir. Cuando me llega al cuello ya no puedo seguir trabajando y empiezo a alarmarme. Voy nadando hasta la ventana, pero no puedo abrirla. Empiezo a golpearla con los puños intentando romperla. El agua ha subido tanto que apenas hay ya espacio para respirar. Intento golpear el cristal con un trozo de madera que he encontrado. Cuando estoy haciéndolo, veo al otro lado de la ventana, a lo lejos, al hombre del jersey azul mirándome.

2 comentarios:

  1. Inquietante. Has conseguido que tiemble al imaginármelo. Gracias por desnudarte así.
    Un beso.

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  2. Siempre me gustaron los personajes que se repiten de sueño en sueño, más allá de lo que puedan decir los psiquiatras sobre el tema. Será inquietante, pero hay que ver qué divertido se torna todo cuando lo mencionamos en la vigilia.

    Saludos

    J.

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