[Andrea Kowch]
Últimamente apenas sueño. En la libreta donde apunto los
sueños que voy teniendo hay un vacío enorme en las últimas semanas. Todo ese
espacio en blanco me resulta inquietante. No recuerdo haber estado tanto tiempo
sin soñar nunca. Despertarme sin ningún recuerdo me genera una especie de
soledad extraña. Como si hubiese perdido algo. Por suerte, hace seis días las
cosas cambiaron. Exactamente el día en que me cortaron la luz en casa, volví a
soñar. Después los sueños parecen haber regresado con normalidad. Supongo que
tiene que ver con el estrés que produce la precariedad y la pobreza, o quizá
con el hecho de haber dormido en cinco camas diferentes en estos seis días.
Viernes 5 de diciembre
Tengo el brazo izquierdo extendido, con la palma de la mano
hacia arriba. Está apoyado sobre una mesa o una superficie de madera con
aspecto de gastada. Con la otra mano introduzco una cuchilla en la piel del
antebrazo, cerca del codo. Entra limpiamente, sin que se derrame sangre y sin
producirme apenas dolor. La hoja es plana y muy fina, de un metal plateado y
sin ningún tipo de inscripción o dibujo. Sé que es una cuchilla, pero no se
parece a las cuchillas normales. Es mucho más larga y parece hecha para algún
fin concreto, como si fuese instrumental quirúrgico. Cuando consigo que la
cuchilla salga por el codo, giro el brazo para mirar cómo sobresale por ambos
lados. Abro y cierro la mano y noto algo de dolor. Al ver mi gesto, unas manos
masculinas me sujetan el brazo y sacan la cuchilla. Cuando me despierto todavía
noto algo de dolor.
Sábado 6 de diciembre
Estoy sola en una habitación enorme. La habitación está
vacía, salvo por el escritorio en el que estoy sentada. La pared del fondo está
tan lejos que apenas puedo verla, pero a mi derecha hay una cristalera enorme
que deja entrar un montón de luz. El sueño es agradable hasta que veo a alguien
parado junto a la cristalera. Es un hombre alto y fuerte, vestido con un jersey
azul. Con calma, el hombre empieza a quitar uno de los cristales. Cuando lo
consigue, lo aparta a un lado y entra en la habitación. Me levanto del
escritorio y empiezo a buscar una salida. La sensación es de mucho miedo, pero
no consigo acordarme de más.
Lunes 8 de diciembre
Estoy en casa cosiendo trajes de disfraces diminutos. Son
para vestir a ratones, para una especie de concurso en el que participo. El
agua me llega a las rodillas, pero es algo normal, no me alarma. Al cabo de un
rato, el agua empieza a subir. Cuando me llega al cuello ya no puedo seguir
trabajando y empiezo a alarmarme. Voy nadando hasta la ventana, pero no puedo
abrirla. Empiezo a golpearla con los puños intentando romperla. El agua ha
subido tanto que apenas hay ya espacio para respirar. Intento golpear el
cristal con un trozo de madera que he encontrado. Cuando estoy haciéndolo, veo
al otro lado de la ventana, a lo lejos, al hombre del jersey azul mirándome.
Inquietante. Has conseguido que tiemble al imaginármelo. Gracias por desnudarte así.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre me gustaron los personajes que se repiten de sueño en sueño, más allá de lo que puedan decir los psiquiatras sobre el tema. Será inquietante, pero hay que ver qué divertido se torna todo cuando lo mencionamos en la vigilia.
ResponderEliminarSaludos
J.