sábado, 17 de agosto de 2013

del impecable análisis del capitalismo efectuado por los indígenas de Melanesia



"Los indígenas se entregaban a danzas desenfrenadas, casi siempre nocturnas, que acababan en trances y posesiones; procedían a matanzas generalizadas de cerdos domésticos y esquilmaban los huertos. De pronto, casi todos se negaban a trabajar en las plantaciones de los blancos y a veces incluso a ocuparse de sus propios cultivos; dedicaban su tiempo a construir muelles o aeródromos a fin de recibir un misterioso cargamento. Agredían e incluso llegaban a asesinar en ocasiones a colonos, cultivadores, soldados y misioneros, saqueaban las tiendas y se negaban, de forma sistemática, tanto a pagar impuestos a la administración colonial como a asistir a los oficios religiosos y las escuelas"

El incendio milenarista
Yves Delhoysie y Georges Lapierre
(Pepitas de Calabaza)



Cuando los blancos llegaron a las islas de Melanesia, se encontraron con una población amable y generosa que los recibió con grandes festines. En esa zona, la importancia social se demostraba celebrando fiestas, compartiendo la comida y la diversión con los vecinos. La riqueza no se acumulaba, se regalaba. Sin embargo, los indígenas enseguida se dieron cuenta de que los blancos no compartían nada de aquellos fabulosos objetos que descargaban de sus barcos. Que todos aquellos extraños y mágicos objetos eran guardados con manos codiciosas. Llegaron a la conclusión de que unos seres tan egoístas no podían haber fabricado todas aquellas cosas. Esos objetos debían de haber sido hechos en algún lugar más allá del mar, en las tierras donde habitan los dioses. Pero los dioses no favorecen a los codiciosos, así que no era posible que aquellos objetos que llegaban por mar estuviesen destinados a los blancos. En realidad, los dioses se los enviaban a ellos, a los indígenas, pero los blancos los interceptaban y los guardaban para sí. Se interponían entre ellos y los dioses, acaparándolo todo. Para evitarlo, la conclusión era sencilla: había que matar a todos los blancos. 

Los cultos cargo han sido considerados una creencia primitiva, el producto de pueblos retrasados, de estados inferiores del desarrollo y la civilización. Sin embargo, desde mi punto de vista, los indígenas melanesios desarrollaron un análisis impecable del capitalismo: los blancos son personas sin alma; sus bienes, en cambio, son de esencia divina. Las mercancías es lo único que importa, lo único que debe ser adorado.

3 comentarios:

  1. ¿Has leído "De vacas, cerdos guerras y brujas", de Marvin Harris?

    Si no, te lo recomiendo mucho.

    xxx

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Falta una coma, "De vacas, cerdos, guerras y brujas".

      :)

      Un abrazo, Layla!

      Eliminar
  2. Febrero 25 - La noche kuna – “Los hijos de los días” – Eduardo Galeano

    “El gobierno de Panamá había ordenado, por ley, la reducción a la vida civilizada de las tribus bárbaras, semibárbaras y salvajes que existen en el país.
    Y su portavoz había anunciado:
    -Las indias kunas nunca más se pintarán la nariz, sino las mejillas, y ya no llevarán aros en la nariz, sino en las orejas. Y ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados.
    Y a ellas y a ellos les fue prohibida su religión y sus ceremonias, que ofendían a Dios, y su tradicional manía de gobernarse a su modo y manera.
    En 1925, en la noche del día veinticinco del mes de las iguanas, los kunas pasaron a cuchillo a todos los policías que les prohibían vivir su vida.
    Desde entonces, las mujeres kunas siguen llevando aros en sus narices pintadas, y siguen vistiendo sus molas, espléndido arte de una pintura que usa hilo y aguja en lugar de pincel. Y ellas y ellos siguen celebrando sus ceremonias y sus asambleas, en las dos mil islas donde defienden, por las buenas o por las malas, su reino compartido”.

    *Curiosamente ese fragmento de “El incendio milenarista” que incluyes en el post me ha hecho recordar este día en particular del libro de Galeano que estoy leyendo en estos momentos (una historia diferente para cada uno de los 366 días de un año cualquiera de los que conforman nuestra Historia…); lo único que deberíamos adorar es el respeto hacia lo diferente pero preferimos dorarnos bajo el sol capitalista, ya ves. Saludos.-

    ResponderEliminar