Últimamente pienso mucho en las parejas, en el hecho de comprometerse con una persona y hacer una vida en común. En concreto desde que acabé "Perdida", de la autora estadounidense Gillian Flyn. Justo antes había acabado "Matate, amor", de Ariana Harwicz, que también trataba en cierto modo de las parejas aunque contado de una forma muy diferente, y creo que de alguna forma la lectura de los dos libros ha acabado afectándome.
"Perdida" lo empecé con curiosidad pero sin muchas expectativas, seguramente porque la novela tenía un cierto aire a best-seller. Es un prejuicio estúpido, porque en realidad que algo sea un best-seller no dice nada sobre su calidad, hay best-seller que son auténticas maravillas, otros que están bien y muchos que no valen ni lo que costaron de imprimir, pero a veces me cuesta quitármelo de encima. Lo leí casi del tirón, porque la trama engancha y tiene varios giros inesperados que consiguen mantener la tensión, pero según avanzaba iba teniendo una sensación cada vez más rara. Después de pensarlo, creo que esa sensación se debe a que el libro tiene varias lecturas, o al menos, no una tan simple como yo había supuesto al principio. Hay una lectura superficial en la que la autora cuenta un thriller que gira en torno a una pareja atrapada en un pueblo perdido de Missouri. Si nos quedamos con ella, la novela es entretenida, engancha y está bien escrita, con una trama densa y bien planeada por la autora, incluso a pesar de la dificultad de sustentar un thriller únicamente en dos personajes. Pero si le damos unas cuantas vueltas más, hay una segunda lectura mucho más aterradora que los asesinatos y desapariciones de la novela. Una segunda lectura que aparece solo en momentos puntuales de la trama, pero que es lo que le da peso al libro, porque habla de cosas mucho peores que un asesinato. Habla de cómo los seres humanos nos maltratamos los unos a los otros y de cómo disfrutamos con ello. De la crueldad que ejercemos conscientemente, incluso con nuestra pareja o nuestra familia. De cómo a veces la pareja es una forma de destruirse a uno mismo y destruir al otro. O más bien de cómo todas las parejas son también una forma de destruirse a uno mismo y destruir al otro.
No lo sé. Quizá todos los que duermen con su pareja deberían dormir también con un cuchillo en el primer cajón de la mesilla de noche. Puede que, cuando tu pareja te mira dormir, esté calculando cuánto tiempo tardarías en dejar de respirar bajo el peso de la almohada.
la serie negra es mucho más sabia de lo que parece
ResponderEliminarme gusta esa portada!!