Durante cinco años, Dolly Freed y su padre decidieron vivir de lo que fueran capaces de producir, cazar o conseguir de cualquier otra manera, sin la necesidad de tener un trabajo asalariado.Calcularon que necesitaban unos ingresos de unos setecientos dólares al año para comprar todo lo que no podían producir y realizar algunos pagos, así que ese dinero lo ganaban cuidando niños o haciendo arreglos en las casas de los vecinos. El resto del año se dedicaban a trabajar en el huerto, cazar, pescar, ocuparse de las gallinas y los conejos y destilar alcohol. La ropa la sacaban de la que la parroquia destinaba para las personas sin recursos. Los impuestos eran considerados prescindibles, excepto el impuesto sobre la propiedad para que no les expropiasen la casa. Los seguros también eran considerados prescindibles, incluido el de salud. El sistema judicial también era considerado absolutamente prescindible: si tenías algún problema, hacías llamadas a altas horas de la madrugada hasta que esa persona se convencía de que era mejor solucionar el problema. De esa experiencia, Dolly escibió un libro llamado "Vida de zarigüeyas", porque las zarigüeyas se adaptan a sobrevivir en cualquier circustancia. En Estados Unidos se convirtió en un clásico y hace poco la editorial Alpha Decay lo ha publicado en castellano. Lo reseñé la semana pasada en Culturamas, dejo el enlace por si queréis echarle un vistazo. Muy, muy recomendable.
Lo que le faltaba a toda mi vida queriendo ser también una zarigüeya. Gracias :)
ResponderEliminarEstoy seguro de que es buena idea reeditarlo ahora, creo que mucha gente (por vocación o por necesidad) se va a planetar vivir como zarigüeyas. Me parece muy interesante eso de los impuestos prescindibles, creo que deberíamos plantearlo en serio y colectivamente.
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