Hoy me he acordado de eso porque he tenido una sensación parecida al leer "Reflexiones de un cazador de hormigas", de Diego S. Lombardi. El libro me llegó por email hace unos días y lo empecé a leer enseguida. Me enganchó a las pocas páginas. Puede que fuese algo que había en la historia, como ese bebé propenso a sufrir convulsiones que mira a su padre con sus diminutos ojos estrábicos sin que éste sea capaz de sentir nada más que algo parecido a un ligero temor, o como los terrarios de hormigas que le obsesionan al protagonista. O puede que fuese simplemente la forma en que estaba escrito, con frases cortas y a veces inconexas que disparan el ritmo de la narración. O esa cierta voluntad experimental que hace que el lector esté atento pero que a la vez evita que nos perdamos en laberintos estilísticos. No lo sé. Solo sé que el libro tiene ese componente hipnótico y caótico de las novelas que consiguen enganchar a los lectores. Que consiguen dejarnos sentados en el sofá durante varias horas, mirando fíjamente la página de un libro.
Después de esos cuatro días en que no hice otra cosa que mirar la televisión, mi relación con ella se normalizó. Aquí es dificil no verla, pero te acostumbras al murmullo constante, como la gente que vive al lado de las vías del tren y ya no los oye. Lo que sí recuerdo es una especie de sensación de vacío cuando decidí levantarme del sillón. La luz blanca y brillante de las pantallas siempre me ha parecido hipnótica y confortable, así que pones a prueba tu fuerza de voluntad cada vez que la apagas. Algo parecido me pasó con el libro de Diego. A veces, 122 páginas son pocas.
Bueno, pues esperaremos a esta versión digital que anuncias porqué el texto promete emociones fuertes, que al fin y al cabo es lo que buscamos todos.
ResponderEliminarJustamente por estos días estoy releyendo al obra de un argentino imprescindible (no por argentino, sinó por imprescindible): Roberto Arlt, precursos sin duda de una literatura terrible que hoy florece.
Interesante...Me he quedado un tanto pensativa, parece que eso de la tele permanentemente encendida, como si fuese un habitante más, sucede en la casa de todos los padres. Me pregunto si este hecho significa algo o es mera coincidencia...Besos!
ResponderEliminarMe pregunto si cuando nos convirtamos en madres o padres tendremos la televisión encendida las 24 horas.
ResponderEliminarlo buscaré en buenos aires entonces...
ResponderEliminary la tele... ufff duermo con la tele encendida, porque el silencio unido a la oscuridad, me dan miedo.
besos
lila.
Hay estudios y explicaciones a este fenomeno. Quizas forma parte de esta pretendida catarsis en que nos interesa e interesa meternos.
ResponderEliminarMejor hacerlo a traves de la lectura y en las calles .
Hola, me interesa mucho leer este libro, sopbre todo después de leer tu post, pero no he podido encontrarlo en amazon ¿podrías subirlo?, muchas gracias desde ya
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