[Colette Saint Yves]
Hace unos días me leyeron uno de los poemas más hipnóticos, bellos y terribles que he escuchado o leído en mucho tiempo. Es largo, así que solo voy a copiar algunos fragmentos:
Aquel día
la ciudad se sacudió por completo
devastándolo todo con su vientre anfibio
Nos mostró el pequeño sol negro
que habita en el ombligo de la luna
el derrumbamiento inesperado del presente
el caos que revienta
como un ladrido de esferas subterráneas
Gente desnuda corriendo por la calle
gente vestida desnudándose a gritos
coches aplastados por rinocerontes suicidas
ventanas disfrazadas en metrallas de vidrio
pieles mancilladas por una espuma de clavos
semáforos epilépticos dando luz verde a los muertos
calles como tumbas improvisadas en su desmayo
Los damnificados golpeaban las puertas
desesperadamente
Las madres imploraban lechen para sus hijos
En la radio alertaban de una réplica nocturna
En las bocinas deletreaban el recuento de los muertos
Cuentan que un hombre
sobrevivió sepultado
bebiéndose su propia orina
hasta que por fin lo encontraron
También hablan de un nórdico
que se refugió bajo una escalera
y lo vieron surgir limpio
como un ángel del subsuelo.
En la planta baja del edificio
un centener de supervivientes
me enseñó a respirar bajo el agua
del miedo
a delinear el camino entre los escombros.
Óscar Pirot
Luz anfibia (Amargord)
Apocalípticamente hermoso.
ResponderEliminarLa belleza de lo terrible es cegadora.
ResponderEliminarPuede haber tanta belleza, incluso en esos lugares en los que uno nunca la esperaría. Dichosos los que poseen esa mirada transformadora y nos muestran de tal modo todo el espanto....Gracias, Layla. Bico
ResponderEliminarMe he enamorado de esta ciudad.
ResponderEliminarfalta el olor de la basura y los cadáveres,
ResponderEliminar¿estarán en otra parte?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDestrucción hecha poesía.
ResponderEliminar