Hay libros que parecen respirar entre las manos, como un animal pequeño o como si pudiésemos tocar el latido pálido e indefenso que está bajo la piel de las hojas. Tablas de carnicero es uno de ellos. Todos sus poemas están dedicados, de una u otra forma, a las vacas. Parece un tema extraño para un libro de poesía, y seguramente lo sea, pero quizá la poesía trate de eso, de mirar de otra forma las cosas que nos rodean. Habla de las vacas como alimento y como animal, de los estómagos, de la carne que somos y la carne que comemos, de los ganchos que traspasan la piel en el matadero, de los pastos y la luz del sol, de los huesos que se descosen. Habla también de la sangre y del dolor, pero no para convencernos de nada, sino porque el alimento y la muerte son la misma cosa. Puede tener una lectura en el sentido del dolor que produce alimentarnos de animales, pero también muchas otras, y eso es al fin y al cabo lo que se le pide a la buena poesía. Fue una de las recomendaciones que me hicistéis cuando hablé de los poemarios que me habían hecho pedazos el cerebro y acertasteis de pleno. Creo que el siguiente será Roberto Juarroz.
"Parturientas vacas
que traéis al mundo una lechal vida
pensadlo
lo que traéis no es más que
otra descuartización en ciernes
que se exhibe sobre
la misma tabla de anatomía."
Tablas de carnicero
Nuria Ruiz de Viñaspre
Luces de gálibo (2010)
Creo que el fin de año transcurrió mientras leía una crónica de los revolucionarios latinoamericanos qu quisieron transformar el mundo des de aquéllas coordenadas. Entre otras cinclusiones (todas prescindibes) pensé que que, igual como la sublevación, la literatura debería de haber reflejado aquél instante.
ResponderEliminarMientras leía las vacas de Nuria a mí me pareció que en realidad hablaba de nosotros.
ResponderEliminartouché, monogatari
ResponderEliminargracias Layla