La indignación ya no es suficiente. El sistema no solo se ha mostrado incapaz de resolver las injusticias que sufre la población, sino que además ha seguido generándolas en una profundidad y una cantidad mucho mayores. A partir de este momento, la rabia comenzará poco a poco a ser un sentimiento cada vez más extendido, como mostró la jornada de huelga del miércoles pasado. La rabia en forma de gritos, de pintadas, de pancartas, de contenedores ardiendo, de cristales rotos. La rabia por el dolor de las injusticias y por las ganas de hacer algo para cambiarlas. Una rabia de la que podemos estar orgullosos porque significa que nos duelen las injusticias de los demás, que las sentimos como nuestras. Pero una rabia que de momento solo es un paso más y que tiene que transformarse en muchos otros.
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Leeré el artículo completo, pero aprovecho para dejar aquí impresiones muy similares de la mani de Barcelona. Mucha, muchísima gente y los políticos esta vez no "toman nota". Veremos hasta cuando se aguanta tanta precariedad.
ResponderEliminarLa indignación , la rabia y cualquier acción insumisa ha de tener unos objectivos claros .A mi entender este es el problema de que no nos teman lo suficiente para salir por patas.
ResponderEliminarMás rabia, que ponga al miedo al otro lado de las vallas...
ResponderEliminarDe momento los únicos que han roto y quemado cosas son los que no están sufriendo - cosa paradójica - sólo mantienen una pose. Los que sufren - es decir, los que están en paro - siguen en su casa. ¿Por mucho tiempo? Supongo que sí.
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