Theda Bara, The Unchastened Woman, James Young, 1925.
“y a su paso las lilas se doblaban”
Batania
“como ángeles deficientes a los que dios
hubiese encargado la destrucción
de una ciudad”
Juan Manuel de Prada
I
Oh, qué os hicieron. Qué os
hicieron. Cuántos agujeros hermosos e inútiles. Cuánta prisa por arrojaros al
lecho de los durmientes. Yo vi vuestra muerte, que fue hermosa como los cantos
de la escarcha, como los salvajes alaridos de los profetas. Os vi caer sobre la
acera y ser pisoteados por los ciervos. Erais tan hermosos que ni si quiera
podíamos sosteneros la mirada, y teníamos que bajar la frente pálida por la
culpa. Tú estabas allí tendida y eras la más hermosa de todos. Eras tan hermosa
que las lilas se doblaban a tu paso. Eras tan hermosa que los locos bailaban
con las manos atadas a la espalda cuando te veían. Eras tan hermosa que los
suicidas te regalaban los botones de sus abrigos a pesar de los dedos largos
del invierno. Eras tan hermosa que los mendigos te ponían flores y caimanes en
el pelo. Habías caído sobre la acera y eras tan hermosa que tuve que cerrar los
ojos cuando recogí tu cuerpo.
II
Yo coseré para ti un vestido de
luto y dejaré crecer tus cabellos para que puedas dormir envuelta en ellos. Yo
inyectaré la ponzoña en tu cuerpo, y tu cuerpo se mantendrá joven y bello como
si nunca hubiera conocido la melancolía. Después adornaré tu lecho con polillas
y todos vendrán a arrodillarse frente a él. Todos se dejarán caer sobre tu
frente. Todos se cortarán los dedos en señal de respeto. Todos llorarán delante
de tu belleza.
III
Oh, qué os hicieron. La muerte,
la muerte, la muerte, la muerte. Os abatíais sobre la ciudad como una plaga de
langostas, como un enjambre de insectos enormes y terribles. Vuestros cantos
nos hipnotizaron, y solo fuimos capaces de caer de rodillas delante de nuestras
casas, sin poder apartar la vista de vosotros. Entonces supe que dios había
enviado a sus ángeles deficientes a destruir la ciudad, supe que erais
portadores de la destrucción y la pureza. Era tan hermoso ver cómo propagabais
las esporas de la fiebre, cómo
incendiabais las casas de los usureros, cómo arrastrabais hasta la
hoguera a los mercaderes, cómo hacíais caer los infinitos mecanismos de la
destrucción con vuestras piedras. Entonces supe también que no iban a
permitiros vivir mucho más allá de aquel día. Las autoridades estatales
encargadas de la extensión de la tristeza enviaron a sus francotiradores, que
aprendieron su oficio disparando sobre vosotros. Oh, qué os hicieron, qué os
hicieron, cómo corrió la sangre aquel día. Era tan hermoso veros caer sobre la
acera. Tú eras la más bella de todos, tú contenías el exterminio de todas las
libélulas, tú llevabas la devastación dentro del pecho. Ellos querían llevarse
tu cuerpo para cerrar los agujeros, pero no veían que por aquellos agujeros
manaba la luz del interior de tu cuerpo. Ellos no podían ver aquella luz, pero
brillaba tanto como si hubieras tragado miles de luciérnagas. Por eso me llevé
tu cuerpo, para que no cosieran aquellos agujeros. Me llevé tu cuerpo porque yo
he visto tu muerte y fue hermosa. Me llevé tu cuerpo porque yo he visto tu
muerte y no podía olvidarla.
Excelente texto y si el mismo forma parte de una antología, doblemente bueno. No siempre es fácil lograr el reconocimiento suficiente como para pasar del digital al papel. Felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos
J.
Gran serie. Gran poema. :)
ResponderEliminarUn abrazo!