Es una calurosa tarde de principios de abril y miles de británicos se
sientan delante del televisor para ver las noticias de la tarde. En sus
pantallas aparece la imagen del príncipe Guillermo, pero su vestimenta
dista mucho de ser la que normalmente lleva el heredero al trono. En las
fotos, tomadas durante una fiesta organizada para celebrar el final del
primer trimestre en Sandhurst, aparece vestido con una camiseta ancha,
una gorra de béisbol y un montón de joyas enormes que imitan el oro. Va
disfrazado de chav, es decir, de uno de esos jóvenes de clase trabajadora procedentes de las barriadas de viviendas sociales que se caracterizan por vestir ropa deportiva y lucir joyas llamativas. Lo que aquí llamaríamos un choni.
Es el año 2006, pero podría ser cualquier otro. Al fin y al cabo, no es
más que un miembro de la realeza ridiculizando la forma de vestir de
sus súbditos de clase baja para echarse unas risas con sus amigos ricos.
Y eso es lo que han hecho siempre las clases privilegiadas.
Aquí el resto de mi reseña de Chavs: la demonización de la clase obrera, de Owen Jones (Capitán Swing, 2012). Muy, muy recomendable.
Lo de siempre
ResponderEliminarAlgunas veces, las burlas les han sido devueltas con andanadas de hostias
ResponderEliminarhttp://losdeabajoalaizquierda.blogspot.com.es/2012/05/class-war.html
qué guay, les voy a dedicar una entrada :)
EliminarMe esfuerzo por entender (a veces por alcanzar, pero desisto) el equilibrio basado en los gestos, en las convenciones, en las jerarquías pero es imposible.
ResponderEliminarPara muchos de sus súbditos o lacayos este será un signo de lo humano, cercano, simpático que es.
Yo todo lo voy viendo afiebrado, desequilibrado, acelerado: http://cronopiostristesrien.blogspot.com.es/2013/02/rfuce-song.html