"Seguimos a la muchacha sin ojos entre los tentáculos fríos
y silenciosos. Entre los tentáculos que crecían cada noche en voz baja y
atrapaban a los caminantes que se quedaban dormidos en la espesura. Cuando
dejábamos de verla a causa de la maleza seguíamos la luz de su candil y el
rastro de polen que salía de sus ojos. El polen que caía formando pequeñas
gotitas translúcidas como las larvas de los insectos. El viento traía gemidos
extraños del fondo de los pozos, pero nosotros caminábamos en silencio para no
molestar a las mujeres sin cabeza. A las mujeres que buscaban sus cabellos pero
solo encontraban hilos negros que en realidad eran trampas colocadas por las
tribus que acechaban en la espesura. Después las encerraban en jaulas y se las
vendían a los turistas a cambio de llaves que no abrían ninguna puerta y de
libros en lenguas desconocidas."
Layla Martínez
(proyecto en construcción)
Como el engaño con espejitos de colores...
ResponderEliminarHace poco me senté en la terraza solitaria de un bar, por lo de fumar. Estaba debajo de un árbol del que llovían larvs de insecto, minúsculas, blanco casi traslúcido. Me di cuenta de que estaba viviendo algo extraordinario, a mitad de camino entre lo tenebroso y lo maravilloso (que en realidad no son opuestos).
ResponderEliminarmi admiracion por tus letras
ResponderEliminarLetras e imagen absolutamente impagables.
ResponderEliminar...agazapados y escondidos esperamos la hora de aniquilar al opresor cuando se haya olvidado de nosotros...como camaleones moramos en sus pesadillas...
ResponderEliminar( De " submundos en lucha " . Inedito )
Quiero seguir a la muchacha.
ResponderEliminarMi Señora Layla,
ResponderEliminarTengo algún souvenir enjaulado de los que menciona, no recuerdo donde lo compré, pero a pesar de los años, el físico que muestra es la pura y perfecta anatomía del deseo, con algo así decorando mi estancia, sobra cualquier cabeza.
Suyo, Z+-----