El día veinte de cada mes
los adolescentes internados
en instituciones estatales
son enviados a recoger
las bayas azules del enebro.
Su veneno es tan violento
que los ciervos caen muertos
cuando comen de él,
pero a diferencia de los ciervos,
los adolescentes tienen manos pequeñas
y cráneos rapados por el invierno.
A diferencia de los ciervos,
han aprendido a desconfiar
de los vinos azules
y a no dormir bajo la nieve.
Provocas imágenes muy fuertes :)
ResponderEliminarqué preciosidad! vaya imágenes!
ResponderEliminarHubo un tiempo en que yo los acompañaba.
ResponderEliminardedusco que dejo la adolescencia , y la institución ?
EliminarCreo que no hablamos de los mismos adolescentes. Los de mi barrio se comen las bayas y a las horas vuelven a por más pagando lo que sea.
ResponderEliminaren mipueblo hacemos gin .
EliminarLa bayas del enebro venenosas?
ResponderEliminarQue mal rollo medan los dichosos ciervos , parecen embalsamados .
Lo haces adrede? de ser asi esta fijación no no trae nada bueno . ;)
En todo caso habria que denunciar a las instituciones .
Me encantó este poema. Onírico y sugestivo.
ResponderEliminarSobre los ciervos, te recomiendo el enlace que te adjunto sobre una hermosísima película que no creo que hayas visto:
ResponderEliminarhttp://youtu.be/-UoOQxbu-Q4
Ahí los ciervos comparten la vida de los humanos que, ¡oh, dichosos nosotros!, nos creemos únicos en la naturaleza.
Las que sí son venenosas son las bayas del tejo, en concreto sus semillas. Las bayas del enebro son fantásticas para elaborar ginebra y sacar aceites esenciales.
Hermosa historia de supervivencia la de tu poema.